Tanto cuando nos encontramos en pleno proceso de estudio (para lo cual es fundamental aprender a estudiar, sobretodo si deseamos conseguir unos resultados óptimos y cumplir con los objetivos que nos hayamos podido marcar), como cuando debemos llevar algún trabajo que requiera fijar la atención sobre una idea o actividad concreta, la capacidad de concentración simplemente es fundamental.
Por este motivo, es cierto que aprender a concentrarse es una cuestión que debemos tener siempre en cuenta, sobretodo cuando nos pueda faltar cierta capacidad de concentración, o cuando simplemente sufrimos pérdida de concentración, lo cual es incluso más común de lo que se piensa.
Si bien es cierto que la concentración es la capacidad que tenemos a la hora de fijar la atención sobre una determinada idea, o sobre una actividad de manera selectiva, determinados elementos o circunstancias pueden influir negativamente sobre ella.
Es algo totalmente normal que, en determinados momentos, perdamos la concentración por distracciones, que en definitiva causa la pérdida de la concentración, cuestión que ocurre cuando el pensamiento tiende a escaparse y en definitiva la persona no es del todo capaz de mantener su atención o concentración en aquello que le interesa.
¿Por qué se produce la pérdida de concentración?
La pérdida de concentración puede ocurrir por múltiples factores, elementos o determinadas circunstancias.
Por ejemplo, puede deberse a una distracción que ha ocasionado que la persona pierda esa concentración, o bien cuando el pensamiento tiende a escaparse hacia otras cuestiones ajenas al momento actual, de forma que el sujeto es incapaz de mantenerse en aquello que le interesa.
También influye negativamente el estado físico y mental del individuo, e incluso la alimentación que pueda seguir (sobretodo si ésta es poco o nada equilibrada). Por ejemplo, a una persona muy cansada o con sueño es normal que no pueda concentrarse adecuadamente.
No obstante, existen determinados trastornos psicológicos que, de alguna manera u otra, pueden influir negativamente en la capacidad de concentración de la persona.
Dos ejemplos claros son la depresión o la ansiedad, tan habituales y comunes a día de hoy, fundamentalmente porque son dos trastornos que además de generar un malestar interno que bloquea a la persona, le ocasiona una disminución de la atención.
No en vano, en personas aquejadas de estos dos trastornos suele ser asiduo escuchar cómo se quejan de que no tienen memoria, precisamente debido a esa incapacidad para poder concentrarse correctamente.
¿Cómo recuperar la capacidad de concentración?
Para recuperar la capacidad de concentración es fundamental tener claro primero que nada qué es lo que ha influido en esa pérdida de concentración.
Si, por ejemplo, creemos que la pérdida de concentración se ha debido a que nos sentimos demasiado estresados, ansiosos o depresivos, puede sernos de gran ayuda tener presente qué situaciones nos causan esas sensaciones, y tratar de solucionarlas. No obstante, en ocasiones no siempre esto es posible, para lo cual será mejor acudir a la consulta de un especialista, que nos ayudará positivamente siempre que lo necesitemos.
Si nos sentimos cansados o con sueño, lo mejor es descansar las horas que necesitamos, y además hacerlo correctamente.
Existen técnicas para concentrarse que pueden ser de gran utilidad, pudiendo seguir los siguientes consejos y trucos sencillos:
Crear un ambiente óptimo.
Mantener silencio.
Relajarse antes de intentar concentrarnos.
Crear las condiciones idóneas. Si estamos en casa y hay más gente, lo mejor es irnos a una habitación pero antes indicar que necesitamos concentrarnos.
Evitar hábitos como el café, alcohol o el tabaco.
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