Cuando estemos estresados podemos realizar una práctica de imaginación conciente muy beneficiosa. Nos sentamos en un lugar cómodo, respirar diez veces profundamente para comenzar a relajar el cuerpo y la mente. Luego solo consiste en imaginarnos caminar en un lugar donde hay mucha agua. Por ejemplo nos podemos imaginar un río cristalino con sus cascadas y remansos que desemboca en un mar transparente.
Entonces con la ayuda de nuestra imaginación conciente buscamos entrar en contacto visual con el río, observamos un río cristalino, vemos una cascada hacia donde nos dirigimos en donde sentimos que el agua está tibia, la temperatura es agradable, sentimos como el agua recorre todo nuestro cuerpo relajándolo paulatinamente, sentimos como la fuerza del agua va relajando músculo por músculo. Sentimos cuando cae el agua sobre nuestra cabeza como todas nuestras preocupaciones van desapareciendo, quedando nuestra mente completamente serena.
Luego nos metemos en el río en un remanso de aguas tranquilas y cristalinas donde nos bañamos placidamente, podemos ver el fondo, los peces, los guijarros. Sentimos cuando nadamos como el agua se discurre por los dedos de la mano.
Vemos que ese río nos conduce al mar en donde se ve una playa extensa de arenas blancas donde el sol se refleja en cada ola que llega hasta la orilla. Sentimos la arena blanda y húmeda que nos acaricia debajo de los pies.
Para finalizar la práctica nos imaginamos abrir los brazos frente al mar y sentir la suave brisa marina que nos va limpiando de toda tensión, temor o preocupación que podamos tener