Recuerda que cada uno de los Ángeles tiene un deber cósmico y que es el de emitir la verdadera naturaleza de su ser, para ayudarnos en el proceso de despertar.
Son formas de pensamientos divinas que están cargadas con divinas intenciones, pero también están sujetas a la energía que nosotros, consciente o inconscientemente, estamos constantemente irradiando, lo cual significa que podemos cambiar su naturaleza y paralizar su manifestación.
Hay muchos Ángeles que están expuestos al riesgo de ser abrumados por nuestras proyecciones, pues la conciencia colectiva está orientada hacia el conflicto, con una vibración que tiende permanentemente hacia el desorden.
De modo que debemos estar siempre alerta y ponernos de inmediato en acción para eliminar nuestros estados mentales signados por el egoísmo, el hábito de juzgar a los otros, el criticismo, el orgullo intelectual, la frialdad y la estrechez, como así tantos otros que no es posible enumerar a todos.
Debemos oponernos a estos defectos a través de la energía y el poder de la alegría, la alegría del Señor que YO SOY, y permitir que el sentimiento de alegría se convierta en el estado natural de nuestro ser.
Así, los Ángeles estarán en libertad y la primera ley del universo – el orden divino – se convertirá en un factor dominante de nuestras vidas.
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