¿Cuánto tiempo pasas esperando que llegue lo perfecto, lo soñado, lo ideal?
Todos hemos albergado sueños desde pequeños y muchos se han convertido en realidad. Pero nuestros preconceptos pueden jugarnos una mala pasada si nos enfocamos ciegamente en una sola manera de recibir las cosas (perfectas) y dejamos todo el resto, lo real, a un lado.
Como siempre digo y recalco, no te estoy pidiendo que bajes tus estándares ni que te conformes con menos de lo que mereces. Pero, en algunas situaciones, ¿no estarás pidiendo o esperando demasiado?
La pareja perfecta, sin roces, que sea amiga, compañera, excelente amante, el mejor padre o madre, que te comprenda más que nadie, que te dé toda la contención y la atención que quizá te faltaron mientras crecías…
El jefe ideal, que nunca tenga mal humor ni un mal día, que haga las cosas de la manera en que tú las harías si estuvieras en su lugar, que ponga solo los límites que a ti no te molesten…
El hogar ideal, con niños aplicados que descollan en sus estudios, que son excelentes deportistas y también, obviamente, los mejores compañeros…
Los suegros más maravillosos que saben siempre dónde estar y qué decir para no molestar ni importunarte…
La casa o el departamento que has soñado, en absolutamente todos sus aspectos y espacios…
Amistades que piensen en ti antes que en nadie, que no divulgan secretos ni hablan de los demás, que siempre entienden tus razones, que están de tu lado el 100% de las veces aunque no tengas razón…
¿No te has puesto a pensar que tal vez, mientras esperas al príncipe azul, la casa ideal, un mejor amigo (a amiga) sin defectos, te estás perdiendo de vivir la vida? Hay un dicho que suelo usar y me parece muy ilustrativo: “No le pidas peras al olmo”. ¿Por qué exigir de más a nuestro entorno y sentir que siempre algo nos falta para que todo sea 10 puntos? Estoy segura de que, si vives enfocado en las carencias que detectas o en los errores o debilidades de los demás, aún no has notado la riqueza de lo que tienes cerca de ti.
Por buscar la perfección, que tal vez nunca llegue, te estás perdiendo una miríada de posibilidades. Tanto la gente como las cosas que te rodean tienen defectos y virtudes. Eso no significa, necesariamente, que sean mejores o peores, sino que son REALES. Todo está allí, a tu alcance, para que disfrutes, para que interactúes y para que amplíes tus horizontes y veas que muchas cosas más que las imaginadas pueden hacerte feliz.
¿Eres demasiado perfeccionista?
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