Conseguir lo que se anhela, la frontera de un imposible utópico o la lucha por la superación. Estar dispuesto a trabajar por el sueño es el primer paso.
El ser humano no ha dejado de soñar jamás, pero la obtención de esos sueños parece muchas veces algo lejano, difícil o imposible. La competitividad laboral, las responsabilidades diarias y el poco espacio íntimo, hacen que creamos que nuestros sueños o ambiciones de juventud son metas inalcanzables que quedaron en el pasado.
Pero la palabra “utopía” no significa “imposible” sino solo algo por conseguir crear. En otras palabras, que algo no exista no quiere decir que no pueda existir.
Creando los sueños
Cualquier proyecto precisa de un esquema, una preparación para su fabricación. Como señalaba el escritor, empresario y economista Napoleón Hill, en su reconocida obra “Piense y hágase rico”, la primera premisa para cumplir un sueño es creer en él, creer firmemente en su consecución y en nuestra capacidad para conseguirlo.
Muchas veces, uno mismo se pone las barreras mentales para descartar un objetivo personal. “No podré”, “es imposible sin estudios", “no tengo medios suficientes”, son afirmaciones tan banales y tan inciertas- porque no dejan de ser presunciones en el futuro- como “puedo hacerlo”, “voy a intentarlo con todas mis fuerzas”, o “voy a conseguirlo tarde o temprano”. La diferencia estriba en que las primeras frases nos desaniman y condicionan al conformismo y el pesimismo, y las segundas nos infunden alegría, ilusión factible, ganas de luchar y proyectos satisfactorios. ¿Cuál elije usted?.
Crisis y oportunidad
Aunque parezca una contradicción, los tiempos de crisis pueden poner el punto de inflexión para cambiar nuestras vidas. De la rutina de la obligación y la pura supervivencia, podemos decidir pasar a recobrar, mantener vivas y poner en marcha nuestras vocaciones, ideas o proyectos estancados.
Internet es una gran lanzadera de oportunidades e información, al alcance de casi todo el mundo. Buscar la fórmula es algo personal, pero pensar que está ahí, aguardando que la pongamos en marcha, es la espoleta necesaria en todos los casos.
Quizás la meta no sea en el ámbito profesional o laboral, quizás, simplemente, necesitamos descubrirnos a nosotros mismos, nada más y nada menos. Estudiar aquello que abandonamos en el pasado, comprender nuestro propio interior y nuestras relaciones con los demás, proponernos mejorar físicamente o crecer como personas, son retos posibles y alcanzables.
Ley de atracción o cómo poner en marcha un sueño
Mucho se ha hablado desde hace décadas de la llamada “Ley de Atracción”. El documental independiente “El Secreto”, creación de la autora Rondha Byrne y la productora australiana Prime Time, cuenta con la participación de personalidades de todos los ámbitos profesionales, creativos y científicos para explicar, en definitiva, el descubrimiento del potencial humano para obtener aquello que más desea. Lo mismo que afirma la “Ley de atracción universal”,
Rescatada de los más antiguos orígenes del pensamientos místico -muchos filósofos y pensadores, orientales y occidentales, hablaron de ella- la Ley de Atracción pregona, sintetizando, que somos lo que pensamos. Es decir, que si pensamos en positivo, visualizamos nuestros deseos y vibramos en esa dirección, mentalmente, lo anhelado acaba por acudir a nuestra vida.
Por el contrario, si vivimos encerrados en el negativismo, la resignación y el conformismo, solo conseguiremos mezquinas oportunidades y bajos resultados.
Creyendo o no en la Ley de Atracción, muchas personas con graves incapacidades o barreras intelectuales, económicas o sociales, consiguieron en el pasado sus propósitos de éxito. El célebre científico Stephen Hawking es la prueba evidente y recurrida de lo que puede la superación del intelecto humano.
Todos conocemos llamativos casos de personas con problemas físicos o de otra índole, incluso la barrera social de la edad avanzada, que han conseguido ser lo que soñaron. ¿Por qué no va a conseguirlo una persona saludable, dispuesta y activa?
Ganar o aprender, no hay pérdidas
En cualquier caso, ponerse manos a la obra para conseguir sacar adelante un proyecto aporta, como mínimo, experiencias nuevas, adquirir conocimientos y descubrir hasta que punto somos capaces de luchar por nuestro bienestar. Desde luego, son básicos y se dan por supuesto el uso del sentido común y la prudencia. No se trata de arriesgar lo que no tenemos o todo nuestro capital, pero sí de creer en nosotros mismos, actuar en consecuencia y mantener la constancia en el trabajo hacia ese propósito.
No hay límites de edad, condición social o física, pero pensemos que nada es gratis, lo que no significa que no sea posible o incluso sencillo, una vez puestos a lograrlo. La voluntad, el tesón y los buenos deseos son la clave. Un hipotético fracaso no debe tomarse como una frustración del sueño. Todos los que triunfaron en sus correspondientes áreas, tropezaron con obstáculos inesperados y fueron rechazados o no obtuvieron resultados exitosos, alguna vez, probablemente varias veces.
Para empezar, hay que meditar si deseamos que nuestros sueños sean realidades en nuestra vida o preferimos dejarlos dormir en lo imposible. Pongan su mente a la obra, no pierdan la oportunidad.
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