¿En función a qué parámetros nos sentimos realizados en la vida? Analizar de forma profunda y positiva cómo nos sentimos felices, puede ayudar a conocernos.
A lo largo de la vida, desempeñamos muchos roles. Pero es en la vida adulta cuando nos empeñamos en fijarnos un rol que defina nuestra personalidad a largo plazo, componiendo lo que entendemos por nuestra personalidad inmutable, lo que nos da identidad, a nuestro entender. Pero todos cambiamos en casi todos los aspectos y repetidamente, empezando por nuestro modo de pensar. Muchas personas negarían esto; dirían: “yo siempre he sido así”, “no puedo cambiar a mi edad”, o cosas similares.
Quien nace en una familia acaudalada o aristocrática y, por diversas circunstancias, baja de nivel social o económico, se siente amargado y avergonzado porque siempre se ha sentido “ser rico”, basando su ser en su estatus externo. Al dejar de sentirse rico, o importante, se convierte a sus ojos en alguien “inferior”, según su identificación con ese rol que cree que es él mismo. Por lo tanto, al decirse mentalmente que “es inferior”, se condena a seguir viviendo como tal. Lo mismo ocurre en cualquier rol que queramos asumir, en positivo o en negativo.
¿Qué eres?
Ser uno mismo no es ser “algo” exclusivo en la vida, no es una parcela que marca a la persona y sin la que esta pierde valor. Todos nacemos siendo “alguien”, que es más importante que ser “algo”. Somos ya, desde el instante de existir, sean cuales sean nuestras circunstancias después. El valor de “ser” lo creamos nosotros, en nuestra mente, en nuestro espíritu, y lo mostramos al mundo que nos tomará por eso que mostramos.
Mucha gente se identifica con su trabajo o profesión hasta el punto de consagrar su vida a medrar cada vez más en esa área, o destacar solo en ese ámbito, sacrificando sus otros aspectos personales. Solo se sienten felices por sus logros, por sus avances profesionales, por las felicitaciones que reciben de ese entorno o con la gente que piense como ellos y no cultiven otra parcela de sus vidas. Parece difícil de creer, pero la adicción al trabajo existe, y consiste en eso.
Esas personas no solo sufren un trastorno psicológico que puede llevarles al estrés, la soledad y otras consecuencias, sino que tarde o temprano verán que ya no pueden seguir con su trabajo y su mundo se derrumbará sobre ellos.
Algo parecido les ocurre a muchas madres de familia y amas de casa, que sufren el llamado “síndrome del nido vacío” tras emanciparse sus hijos, ya mayores, y no tener las obligaciones cotidianas que han tenido siempre. Se ven a sí mismas como “cuidadoras”, “suministradoras”, y la pérdida de ese cliché les hace sentirse vacías, poca cosa, sin utilidad ni nada que las realice.
¿Qué nos hace ser?
Ser es lo que produce los pensamientos. Somos un estado, decidimos con nuestros pensamientos si somos (estamos) felices, pobres, ricos, desgraciados, y demás y lo asumimos como nuestra realidad. Por eso, muchas personas “se cansan” de ser infelices y deciden sentirse alegres; aunque la transición no sea tan explícita, funciona más o menos así de sencillamente: cuando no podemos más con nuestras desgracias, decidimos que “no vamos a hundirnos” y es cuando conseguimos salir a flote.
Convencerse de que uno no nació, por ejemplo, carpintero y no tiene porqué ser únicamente carpintero hasta la muerte, abandonando las parcelas familiares, personales, de salud, educación, esparcimiento, etcétera, no es tan fácil de ver, si uno está convencido de que “es” un carpintero, o un ejecutivo, o una persona atractiva por su físico, únicamente. Si ese es el único valor que damos a nuestra existencia, eso seremos, y será siempre un valor transitorio. ¿Qué cree ser usted?.
Lo único real es ser. Lo demás, nuestras circunstancias, podemos crearlas decidiendo si somos personas, con todos los prismas de la vida cubiertos y admitidos, o solo un rol que tiene que cumplir con su apariencia.
http://lola-romero-gil.suite101.net/diferencias-entre-ser-algo-y-ser-a58502