Las emociones negativas (ira, miedo, disgusto,…) son fundamentales por su carácter adaptativo y de supervivencia. Provocan diversas reacciones físicas que nos llevan a protegernos, defendernos o huir del estímulo que las provocaron. Aunque también reducen y estrechan nuestro repertorio de acciones a aquellas que nos proporcionan la supervivencia. Por ejemplo: si alguien nos ataca, se despierta nuestra emoción de miedo y esto puede provocar una reacción inmediata de huida. Las emociones negativas son eficientes para asegurar nuestra supervivencia y responden en buena medida a cubrir nuestras necesidades básicas relacionadas con la supervivencia fisiológica (comer, dormir, respirar,…) y la seguridad, atendiendo a la Pirámide de las necesidades de Maslow.
¿Qué ocurre entonces con las emociones positivas (disfrute, alegría, gratitud, amor,…)?
Estudios psicológicos demuestran que las personas tienden a pensar de manera más global o amplia cuando experimentan emociones positivas. Lo que significa, volviendo al ejercicio planteado, que las personas que están viviendo emociones positivas tienden a elegir la configuración global más similar, es decir, los triángulos. Esto significa que las personas que viven frecuentemente emociones positivas tienen patrones de pensamiento más amplios que las personas que experimentan más las emociones negativas. Cuando alguien se siente bien, sus pensamientos se hacen más creativos, integradores, flexibles y con una mayor apertura a recibir información.
¿Tienen entonces las emociones positivas un papel tan fundamental en nuestra supervivencia?.
Las emociones positivas solucionan problemas relacionados con el crecimiento y desarrollo personal, a través de actitudes y comportamientos que indirectamente preparan al individuo para “tiempos peores”.
El juego, fuente de emociones positivas
El juego tiene mucho que ver con las emociones positivas. No sólo me refiero a los juegos infantiles, sino al que a veces los adultos hemos olvidado: jugar un partido de baloncesto, disfrazarnos, tirarnos al suelo a jugar con nuestros hijos, contar chistes, etc… todas esas actividades que a priori parecen meros entretenimientos, están construyendo al mismo tiempo recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales. Estos recursos son de vital importancia para el éxito de la supervivencia. Siguiendo con la pirámide de Maslow, podemos decir que las emociones positivas nos permiten seguir cubriendo los siguientes niveles de afiliación, reconocimiento e incluso autorrealización.
Una de las cosas importantes de las emociones positivas es su estructura en espiral, las emociones negativas nos llevan a un aumento de la probabilidad de seguir sintiendo emociones negativas. Igual ocurre con las positivas. También es interesante reconocer que las emociones son contagiosas. Nuestras actitudes y comportamientos influyen al resto. Las personas que experimentan emociones positivas son más dadas a ayudar a los demás. Esto a su vez produce un aumento en la gratitud (emoción positiva) de la persona ayudada.
Creemos una cadena de emociones positivas
Crear “cadenas de actos” que provoquen emociones positivas puede ser una espiral que transforme verdaderamente a grupos haciéndoles más cohesionados y harmoniosos. Parece una tontería pero esta cadena puede llegar muy lejos.
¿Quieres empezar la cadena?
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