Al hablar de emociones, es importante distinguir entre lo que se conoce como emociones:
Primarias y
secundarias
Las primarias forman parte de nuestro instinto de supervivencia y nos sirven para adaptarnos al medio ambiente y son:
Alegría,
tristeza,
rabia y
miedo.
Son manifestaciones corporales y mentales.
Son innatas y de muy corta duración.
Generalmente terminan, cuando el estímulo que las provoca, desaparece.
Los sentimientos o emociones secundarias, están formados por una o más emociones y uno o más pensamientos.
Por ejemplo:
Ansiedad, depresión, inseguridad, vergüenza, irritación, esperanza, etc.
Independientemente del estimulo que pudo iniciar la emoción, nuestros pensamientos pueden mantenerla o incrementarla indefinidamente.
Por ejemplo.
La intensidad y duración de la tristeza que sentimos ante la pérdida de un ser querido, dependen del tipo de relación que manteníamos con esa persona, de nuestras características personales, de la forma como murió, etc., etc.
Esta tristeza es una emoción adaptativa, porque, no nos paraliza y nos permite seguir con nuestra vida, pero desactiva parcialmente a nuestro organismo para que, mientras elaboramos nuestro duelo y nos despedimos de esa persona, nos preparemos para la recuperación.
Pero si la tristeza se prolonga indefinidamente o se convierte en depresión, nos aísla del mundo, nos causa problemas con nosotros mismos y con los demás y nos mantiene atados en el dolor.
En estos casos, la causa de nuestro sufrimiento ya no es la pérdida en sí, sino pensamientos como:
"Yo sin él (ella) no puedo ser feliz".
"Era todo lo que tenía".
"Yo solo/a no valgo nada".
"A mi siempre me pasa todo lo malo".
"Nunca voy a volver a ser feliz".
Etc., etc.
Veamos gráficamente una situación similar:
Una persona se pelea con un amigo o con su pareja.
Dado que es una pérdida, la persona se pone triste.
La persona empieza a pensar:
"Nunca voy a volver a tener una relación como esta".
"Yo nunca tengo suerte con las relaciones".
La persona se pone más triste.
La persona se dice a sí misma:
"Yo tengo la culpa".
"No se tratar a la gente".
"Nunca voy a aprender".
Se devalúa y se deprime.
Y así puede seguir indefinidamente.
Si la persona, en lugar de culparse a sí misma, culpara al otro, en lugar de deprimirse, se enojaría.
Su conducta en cada caso sería diferente.
Ya que actuamos de acuerdo a nuestros pensamientos y sentimientos.
http://www.crecimiento-y-bienestar-emocional.com/origen-emociones.html