El sol ya ha caido, y la calidez del verano antillano va acariciando los surcos de mi piel. De pie, desde el balaustre, admiro su hermosa sombra entre las luces de la gente que aun no desea irse a dormir; y en el fondo; el silencio como ruido; la calma como antesala a lo que serà la mayor de las tempestades. Siento la brisa mecer el galeon y al viento susurrar una cancion de cuna mientras la espera dura, mientras que el tiempo permanece inerte a la deriva; y, alli; encayado con los locos que han decidido seguirme; aguardo al fin la tormenta que me guie a la victoria de mi vida.
Como ha cambiado! Hace tanto que no la veia!. Me embelesan sus murallas, aun sabiendo que me separan de mis deseos; y sus formas alocadas dan rienda suelta a las profundas pasiones que tenia por olvidadas. La calidez de su gente, la algarabia de sus plazas... la sonrisa dibujada en el muro de su entrada. Dificil hacen el pensar, que en el fondo he de ser cruel, y alguna flor pisar; que he de destruir torreones y sembrar la tierra de cuerpos; para poder engalanar mañana cada una de sus casas, y llenar de oro y diamantes a la esencia de mujer que lleva en sus entrañas.
Cuànto tiempo ha pasado!. Recuerdo mi juventud, entrando hasta su corazon siendo invitado. Mi primera batalla como Capitàn, pude haberla ganado casi sin luchar; y aun asi; la perdi. Aun asi no me arrepiento, pues comprendi que en aquella visita habia encontrado el sino de mi vida, el por qué me haria capitan... Y, en aquella triste derrota, conoceria el amargo sabor de la lucha y el dulce aroma de la victoria. Aquella vez; ella no estaba preparada para un asalto, casi se sorprendieron de ver como no me encontraba solo de visita; sino que queria convertirla en mi hogar, mi casa. A sus piedras respondi con la paz; no quise herir a nadie; no queria lastimar ni al mas pequeño de sus seres... Y por ello vi; que no podia responder al fuego con palabras; y en mi retirada quedo la derrota; y el recuerdo en su historia de alguien que quiso avanzar a pesar de las heridas y las pedradas.
A fin de cuentas; en el Caribe habia mas islas.
A partir de entonces, progresé como Capitàn. Me hice ruin y mezquino como un buen pirata; sin olvidar aquello que iba dentro de mi. Conquisté por placer, por la sensacion de la victoria; y en cada batalla ganada una voz dentro de mi corazon que me llamaba. Podia conquistar el mundo entero, llenarme de joyas, mujeres y riqueza; pero ahi seguia esperàndome aquella isla, por la que comencé un dia a surcar el mar.
Años màs tarde, he vuelto dispuesto a acabar lo que un dia comencé; para poder asi apaciguar el fragor de mis sueños. He vendido toda la reliquia que robé, y me hice con un galeon en el que yo mismo conduzco. A mi lado, no estàn los màs fuertes y experimentados; sino aquellos que no han puesto preguntas cuando les comenté esta pequeña locura; sino que me contestaron que me seguirian hasta el fin del mundo. Al otro lado, guiàndome, un mago criollo en el que deposito toda mi fé. En mi navegacion he comprendido que, para obtener resultados diferentes, es necesario atacar de forma diferente. Y ahi me veis. Con los dos ojos tapados para creer.
Los cañones ya estàn cargados por barlovento; tu ya me has visto merodear tus orillas... me mantengo espectante en la calma, atenazado pero valiente desde la camarilla. Tus vigias me han visto; yo he observado tu amor desde mi catalejo... No sé quien abrirà fuego, ni cuàndo; pero te prometo hoy ante los vientos, que no pararé de luchar hasta alcanzar mis deseos.
Envejecer entre tus brazos y morirme con uno de tus besos.