Hay una regla básica en la espiritualidad: Si no lo anhelas, no lo consigues. La Luz solo llega a un lugar donde hay un deseo fuerte, a un lugar donde hay anhelo.
Cualquier maestro espiritual que se aprecie, hará todo lo que esté en su poder para desarrollar el anhelo en sus estudiantes. Parte del acto de dar es permitir a los demás que construyan su deseo.
Podemos aprender de la experiencia que Rav Áshlag (fundador del Centro de Kabbalah en 1922) tuvo con su propio maestro. Su maestro era un exitoso comerciante en Jerusalén, pero nadie sabía que era un Kabbalista. Él se reveló a Rav Áshlag y lo instruyó durante tres meses. Rav Áshlag había anhelado esta experiencia durante toda su vida y estaba muy entusiasmado y lleno de energía.
Sin embargo, gradualmente su maestro venía cada vez menos, hasta que desapareció. A Rav Áshlag le llevó tres meses darse cuenta de que su propio ego había causado que su maestro desapareciera. Rezó y rezó para volver a ver a su maestro. Entonces, un día su maestro se reveló nuevamente a Rav Áshlag, pero solo por un día. Al siguiente falleció.
En nuestro crecimiento espiritual, si no tenemos una pasión fuerte, perdemos la conexión. El anhelo es un don. Viene como parte del proceso. Debemos empujarnos a nosotros mismos haciendo constantemente un esfuerzo . Necesitamos dar y vaciarnos a nosotros mismos, hasta que venga la próxima oleada de anhelo. Cuando tienes un anhelo inmenso de Luz, estás con la Luz.
¿Cuánto tiempo del día estás anhelando? ¿Cuánto tiempo del día deseas más?
Esta semana, encuentra dónde tu deseo es pequeño y expándelo