Oh Padre mío, que fuiste llevado ante Caifas y los escribas; Tu que fuiste prendido y condenado, escupido y humillado, maldecido y apaleado, te ruego que intercedas por este pecador que se siente acosado y sometido a un juicio injusto sin merecérselo.
Permite, oh Jesús mío, que tu luz ilumine el entendimiento de mis acusadores.
Tu, al que condenaron y ni siquiera te defendiste por tu infinita misericordia, defiéndeme a mi ahora y ven en socorro mío.
Arcángeles y santos, libradme de todo mal.
Amén.