Con el dedo pulgar de la mano derecha haz el signo de la Cruz en tu frente y repite:
Con la Sangre Preciosa de Jesús, sello esta sanación que Tu Padre Dios acabas de hacer en mí, para que no vuelvan más estos males y espíritus a mi vida, ni en número de uno, ni en ningún otro número, ni de la misma naturaleza, ni de naturaleza parecida.
Te ruego Padre Dios que el Espíritu Santo ocupe todo mi ser y restaure las virtudes que estos males han destruido en mí.
Desato en mi todos los dones y frutos de Tu Santo Espíritu.
Envíame tus ángeles administradores de paz, unidad, salud y prosperidad.
Espíritu Santo de Dios recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, dígnate ser en adelante mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el amor de mi corazón.
Amen, amen, amen.