Casas astrologicas - CASA IX y X

Casa IX:
Si la Casa octava implica invariablemente cierto grado de dolor, crisis y sufrimiento; la novena que sigue a las aguas turbulentas, nos ofrece una perspectiva más amplia de todo lo que nos ha acontecido hasta ahora. Es el área referida más directamente a la filosofía y la religión, los ámbitos donde se plantean los 'porqués' de la existencia. Es aquí donde buscamos la verdad y nos empeñamos en evaluar los modelos subyacentes y las leyes básicas que rigen la vida. Tenemos una manifiesta necesidad de absolutos, de ideales firmes a los cuales podamos aspirar, y de preceptos que nos sirvan para orientar nuestra vida. Esta Casa IX representa lo que se conoce como 'la mente superior', es decir, aquella parte de la mente que se vincula con la facultad de abstracción y el proceso intuitivo, por comparación con la mente concreta, tal como aparece en la tercera Casa. La Casa novena describe algo referente al estilo en que abordamos las cuestiones filosóficas y religiosas además de sugerir la clase de Dios que adoramos, o la naturaleza de la filosofía de vida que formulamos.
Si bien la Casa rige el medio inmediato, la novena describe la perspectiva que tenemos al dar un paso atrás para considerar la vida desde cierta distancia. Por eso se vincula con los viajes largos, 'viajar puede referirse literalmente a desplazamientos a otras tierras y a otras culturas, o se puede entender, más simbólicamente, como el viaje de la mente y el espíritu'. Mediante los viajes y mezclándonos en tradiciones diferentes, ensanchamos nuestra perspectiva de la vida. Los emplazamientos en esta Casa designan los principios arquetípicos con que tropezamos en nuestros viajes, y nos revelan algo sobre las culturas hacía las cuales nos sentimos atraídos. La Casa IX indica las relaciones con los parientes políticos, y se verá si las relaciones son tormentosas o cordiales.
Es la Casa también de la educación superior, expresa el campo de estudio escogido o la naturaleza de la experiencia universitaria en general. En la nueve miramos hacía el futuro y hacía lo que todavía está por desplegarse. Podemos ver un futuro lleno de esperanzas y promesas nuevas, o uno en que la pesadilla aceche a la vuelta de la esquina, a la espera que seamos lo suficientemente tontos como para pasar por ahí. En cualquiera de los dos casos, podría sernos útil reflexionar sobre algo que observó una vez Santa Catalina: que 'todo el camino al cielo es cielo'.


Casa X:
Lo que la Casa novena vislumbra, la décima lo trae a la tierra. Es el punto más elevado de la carta, y los emplazamientos que aquí haya se 'destacan' por encima de todos los otros en el horóscopo; corresponde a aquello que en nosotros es más visible y accesible a los demás. Liz Greene dice que la décima Casa es nuestra 'taquigrafía social', la forma en que más nos gustaría que nos viesen los otros y la descripción que les damos de nosotros mismos. Aquí esperamos alcanzar logros, honores y reconocimientos, es aquello por lo que más nos gustaría que nos recordasen como nuestra contribución al mundo. Es la Casa de la ambición, tras la cual se ocultan, apremiantes, la urgencia y la compulsión de ser apreciado y reconocido. La naturaleza de nuestra contribución a la sociedad, lo mismo que nuestro status y el lugar en el mundo, se manifiestan aquí, arrojando luz sobre la carrera y la vocación, al mostrarnos la clase de energía que exhibimos, o con la que tropezamos. Así como la cuarta Casa va asociada con el padre la décima se le asigna a la madre. Al comienzo de la vida ella es para nosotros el mundo entero; por eso la naturaleza de lo que sucede entre madre he hijo vuelve a emerger en una etapa posterior del desarrollo, como nuestra peculiar manera de conectarnos con la sociedad y el mundo 'de afuera' en su totalidad. La situación de combate con la madre configura un modelo de situación de combate con el mundo; y el factor subyacente en la elección de profesión es el deseo de ganarse el amor de la madre (con lo cual nos aseguramos la supervivencia). La décima Casa se extiende más allá de la madre (o del padre, según el caso), hasta designar nuestra relación con las figuras de autoridad en general. Desde su posición en lo más alto de la carta, la Casa X significa la realización y el cumplimiento de la personalidad individual mediante la satisfacción personal obtenida al valernos de nuestras capacidades y talentos para servir a la sociedad e influir sobre ella. Hay, incluso, quienes así podrán ganarse el aplauso y reconocimiento públicos de su valor y su dignidad. Cuando alcanzamos la Casa X ya hemos evolucionado y nos hemos 'encarnado' en la medida suficiente no sólo para tener un sentimiento más sólido y concreto de quienes somos, sino también para conseguir que nos estimen por ello.

CASA DIEZ
Recogiendo con otras palabras lo que la tradición astrológica ha venido sosteniendo a propósito de la casa Diez, parece que podemos afirmar que en ella se encuentra el tesoro de nuestra imagen interna, y que, por tanto, los signos, planetas y aspectos que la afecten muestran las facetas de la joya que es nuestra identidad profunda. En algún momento de la vida, sabemos quien somos y quien debemos ser, experimentamos internamente la visión de nuestra verdadera naturaleza y esa imagen, por ambigua o confusa que resulte en su concreción y a pesar de las dificultades que suponga plasmarla en los hechos, debe ser honrada. Es un tesoro, y una joya a la que conviene acercarse con reverencia para alumbrarse con su luz y dejar que nos guíe.
La Casa Diez, para un manual de astrología tradicional, va asociada a "la carrera del sujeto. Éxito, honor o poder potencial. Profesión o trabajo escogido. Crédito, dignidades, éxito, celebridad, gloria. Objetivos y ambiciones. Las ocupaciones que corresponden a sus aspiraciones. Posición en la sociedad...."(E. Carbó: Manual de astrología tradicional. J.de Olañeta editor. Palma, 2008. Pág. 105) . Otras fuentes reafirman en lo esencial esos sentidos y la práctica de la interpretación corrobora su valor. Es un modo de decirlo, ajustado a las expectativas de otras épocas quizá, y puede parecer muy volcado en el reconocimiento externo, enfatizando poco que todo eso que nos coloca en el mundo nace de dentro. Puede decirse de otro modo, y a veces, la síntesis a través de una imagen resulta útil para captar su energía psíquica de transformación y maduración. La Casa Diez debe ser vista en consulta como el cofre del tesoro en el que están las monedas con nuestro verdadero rostro, aquel que muestra nuestro potencial esencial. De vez en cuando, conviene acercarse para tomar de ellas nuestro valor.

En la Casa Diez encarnamos en la tierra, prácticamente, los ideales y aspiraciones que la casa Nueve ha ido definiendo. Todo cuanto aparece perfilado en la casa Diez muestra los elementos y características que se constituyen en nuestro ideal práctico, aquel estilo de vida y de realización por el que querríamos ser recordados al haberlo plasmado en la acción. Es el tipo de contribución a la sociedad que anhelamos realizar, y la forma en que nos gustaría realizarlo: tanto lo que puede ser nuestra vocación profunda como el estilo de conducta con el que querríamos llevarla a cabo. Tiene que ver, en consecuencia, también con el status social al que aspiramos, la ambición que nos mueve y el tipo de tarea que queremos vivir. Es nuestro estilo de vida propio, el despliegue maduro de nuestros objetivos y metas, despegándose de condicionamientos e influencias y realizándose como respuesta a la pregunta por el sentido de la vida. En oposición a la casa Cuatro, que nos señalaba el campo de las determinaciones familiares (“de dónde venimos”), la casa Diez sería el indicador de nuestra libertad autodeterminada (“adónde vamos”). El signo o los planetas que se encuentren en la casa Diez deben tomarse como indicadores de cómo enfrentamos la autoafirmación personal.

En la casa Nueve se indica el cómo empezamos a sacar conclusiones de lo que la vida ha ido plasmando en nuestro recorrido de maduración y desarrollo. Las aguas tempestuosas de la casa Octava, en la que siempre hay algo de dolor y sufrimiento asociados a procesos profundos de transformación y evolución personal, se ven sucedidas por el intento mental de entenderlo formulando reflexiones de valor general. La casa Nueve es la casa del pensamiento abstracto, de la filosofía, de los ideales, de las creencias con las que queremos dar orden y regular la existencia, de las religiones entendidas como modelos completos de comprensión de la realidad. Es aquí donde intentamos formular y responder a los grandes “por qués” de la existencia. De cómo consigamos dar forma y aceptar las respuestas a esas cuestiones dependerá que nuestra vida gane sentido y se viva con más plenitud, o que continuemos a la deriva sin encontrar una guía en la conciencia en la que apoyarnos, y un eje en el que conseguir firmeza y seguridad interna. Nuestra escala de valores personal es siempre una ayuda, cuando ha sido elaborada conscientemente y establecida no de forma abstracta sino en diálogo personal con nuestras experiencias. La búsqueda de objetivos, la necesidad de ser congruente con los ideales, el sentimiento de fidelidad a las convicciones son temas decisivos en este aspecto de la carta natal; es aquí donde podemos sacar conclusiones y plasmar nuestro propio pensamiento, encontrando el sentido a lo que nos pasa. De algún modo, la casa Nueve es el ámbito en el que se expresa nuestra visión superior, la capacidad de ver a gran escala y de poner distancia estableciendo desde ahí sistemas, teorías, esquemas de comprensión de la experiencia. Se proyecta hacia el futuro, y según cómo esté configurada, expresará la tendencia habitual a imaginar lo que ha de venir, en tanto en cuanto tomemos los propios ideales como guía del futuro. En la casa Nueve, pues, se expresa el estilo personal de elaborar conclusiones y generar sistemas de creencias, y el modo en que interpretamos la realidad y a nosotros mismos