¿Qué es la felicidad? ¿De qué hablamos cuando mencionamos la palabra felicidad? Cada persona tiene su propia experiencia, opinión y discurso sobre qué es la felicidad… Algunas consideran que la felicidad es un estado transitorio, otras opinan que la felicidad es liberarnos de todo lo que nos hace daño, mientras que para otras la felicidad está en encontrar un sentido a tu propia vida.
La creencia de que la felicidad es un lugar, una cosa, una posesión, un estatus, algo que sucederá cuando logre llegar a la meta, está enormemente extendida. Cuando concebimos la felicidad así, resulta que ésta depende de muchos factores distintos que no siempre están bajo nuestro control o responsabilidad. De este modo, si concibo la felicidad como el resultado de lograr mi meta, posiblemente estaré dando por hecho que no podré ser feliz hasta que no alcance ese lugar, ¡y puede que tarde mucho en conseguirla! ¿Posponemos nuestra felicidad hasta que llegue ese ascenso, hasta conocer a la persona ideal, hasta que me toque la lotería…? ¿Y si no llega, o peor, y si al lograr estas cosas no me siento feliz?
Hoy te proponemos un cambio en la forma de pensar en la felicidad, dejando de concebirla como meta y pasando a considerarla como el camino que elijo para transitar mi vida, aceptando que ser feliz no significa estar todo el tiempo contento, no significa que no me pasen cosas que no me gustan o que nunca sienta emociones negativas. La felicidad como camino implica responsabilizarme de mi mismo, trabajar activamente en construir una serie de recursos personales que me permitan sentir más felicidad cada día de mi vida, en cada área importante de mi vida, sin esperar a que todo eso que está por llegar acontezca.
Visualizar el lugar al que quiero llegar, plantearse metas y objetivos, es muy importante para dirigir nuestra conducta y recorrer un camino determinado, que sea de nuestro gusto y elección. Pero ese camino está lleno de posibilidades para conectar con nuestras emociones positivas, de manera que prestar atención a lo que sucede en el presente puede ayudarnos a recorrer el camino elegido con una experiencia de felicidad mucho más amplia. Ser consciente de que nos dirigimos a una meta, y dirigirnos hacia ella disfrutando del aquí y ahora, siendo más conscientes de lo que sucede en este momento, puede ayudarnos a conectar mejor con la esencia de aquello que puede hacernos felices en cada momento: poner en marcha nuestras fortalezas personales a través de acciones que nos conectan con el estado de flow.
El estado de flow o Experiencia Óptima, se caracteriza por la inmersión de nuestros recursos atencionales en una acción o tarea específicas en la que estamos poniendo en marcha nuestras fortalezas personales. Cuando fluimos, somos felices. Y fluir no es algo que pasa de forma mágica, sino que es algo que hacemos que suceda, que depende de nosotros mismos. Podemos fluir en muchas y diferentes situaciones, dependiendo de nuestros intereses, nuestras metas y objetivos, nuestras fortalezas personales…
Si cuando fluimos somos más felices, y fluir depende poner nuestras fortalezas personales en marcha a través de una acción en dirección a objetivos, entonces la felicidad deja de estar en un lugar “etéreo” que depende de fuerzas fuera de nuestro control, para pasar a ser un estado que podemos provocar en cada área de nuestra vida: en nuestro trabajo, en nuestras relaciones de pareja, en el ocio, etc. Dicho de otro modo, la felicidad vuelve a depender de lo que hagamos nosotros.
La felicidad como camino supone conocer nuestras fortalezas personales para ponerlas en marcha en nuestro día a día, de forma que multipliquemos nuestras experiencias óptimas, lo que tiene como resultado una mayor conciencia de estar aquí y ahora, de disfrutar del camino que estamos recorriendo: nuestro propio camino de felicidad.