Las palabras que otras personas pronuncian suelen tener un impacto notable en nuestro estado de ánimo y en nuestra conducta, ya que el canal auditivo es de suma importancia en la gran mayoría de los seres humanos. A veces, incluso, le prestamos más atención a lo que otros nos dicen que a nuestra propia voz interior. Pero no conocemos las causas reales que motivan a los demás a pronunciar las palabras con las que se comunican con nosotros.
Escuchamos lo que realmente esperábamos oír y nos sentimos felices. Es una confirmación de nuestros deseos y anhelos. Pero, ¿no nos estarán diciendo algo que después no cumplirán? ¿Cómo saberlo? ¿Cuánto de lo que nos dicen es real y cuánto es tan solo una fábula, el deseo de agradar, de congraciarse o de lograr lo que desean? ¿Cuánto es producto de la imaginación o de las necesidades, tanto nuestras como de quien está frente a nosotros?
Estamos rodeados de frases repetidas hasta el cansancio. Por nosotros mismos, por quienes nos rodean. Palabras dichas una y otra vez, como si por su mera repetición y por arte de magia se transformasen en una realidad. “El fin de semana te llamo” .“Es la última vez que te pido que trabajes fuera de hora”. “Nunca más voy a llegar tan tarde a casa sin avisar”… ¿Por qué solemos aferrarnos tanto a las palabras de otras personas si no condicen con sus acciones?
El marido infiel, el novio impuntual, el jefe gritón, el padre olvidadizo, el amigo. Nos explican sus razones, y aunque dentro de nosotros sabemos que nos conviene no dar crédito a lo que oímos, la necesidad imperiosa de que digan algo que nos alivie el malestar es tan grande que, que por más que juremos una y otra vez no hacerlo, los escuchamos. De a poco comenzamos a vislumbrar en las frases de esa persona tan importante en nuestra vida lo que tanto queríamos: palabras de arrepentimiento, de amor, promesas varias, mientras sus ojos esquivos miran hacia otro lado, incapaces de sostenernos la mirada, o con una cara que ya conocemos: sus palabras no tienen eco en su interior y no están conectados internamente con lo que están expresando de manera verbal.
Lo más probable es que encima de todo este cuadro, bloqueemos nuestro canal auditivo y sólo prestemos atención a aquello que consideramos esencial de lo que nos estén diciendo, dejando detalles de lado. O distorsionemos la realidad al punto tal de entender algo completamente distinto al mensaje que la otra persona está tratando de darnos.
Para sacar algo en limpio la próxima vez que estés inmerso en esta situación tan engorrosa, pregúntate:
¿Qué palabras son las que más resuenan en tus oídos? ¿Qué tuyo, personal, ves reflejado en ellas?
¿Qué quieres creer? ¿Qué necesitas aplicar para no distorsionar lo que escuchas y captar el mensaje exacto que la otra persona te está dando?
¿Qué grado de responsabilidad tienes en esperar que otra persona que siempre te promete algo y no lo cumple, de la noche a la mañana cambie su actitud, sólo porque es tu deseo? ¿Por qué necesitas que otra persona reaccione de la manera que tú quieres? No se le pueden pedir peras al olmo, así como no le puedes exigir a alguien poco confiable o que no le da valor a las palabras, que cambie su modo de ser por ti. Los cambios se producen cuando una persona está internamente preparada y deseosa de experimentarlos, no por presiones externas.
Hay distintas maneras de saber si las palabras que nos dicen son huecas o tienen algún viso de verdad, y una de ellas es la congruencia. Fíjate si lo que te dice esa persona se ve reflejado en sus actos, en cómo se dirige a ti, en la veracidad de sus dichos. Basándote en su patrón de comportamiento sabrás a qué atenerte y de qué modo establecer una comunicación efectiva y realista con esa persona, siempre que necesites hacerlo.
Por último, te diría que confíes siempre en tu intuición más que en lo que otras personas te digan. Esa vocecita que a veces te da consejos, te pide que esperes o que actúes, o te recuerda datos en momentos claves es quien refleja tu verdadero ser. Sólo tu inconsciente te conoce plenamente y es quien te dará señales inequívocas para alcanzar los objetivos que deseas.
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