En su forma más real y eficaz, la espiritualidad no es nada complicada ni esotérica. De hecho, una descripción precisa y completa no tiene porque ocupar más de tres palabras: "averiguar la verdad".
La espiritualidad verdadera nos transporta desde la duda existencial hasta el conocimiento inquebrantable de lo que realmente somos. El único objetivo de la espiritualidad es establecer el contacto íntimo y continuo con nuestro ser.
No es religión ni "nueva era"
La simplicidad es la esencia de la espiritualidad, a diferencia de la religión y de lo que se podría denominar el "circo astral" de la nueva era. Aunque las religiones se basan en la espiritualidad, se encuentran sobrecargadas con creencias superfluas, contextos culturales y presiones políticas; tienden a la complejidad.
También hay una gran diferencia entre la espiritualidad pura (científica) y la espiritualidad popular (nueva era). El circo astral es un laberinto sin fin: proyecciones astrales, fenómenos parapsicológicos, estados alterados de conciencia, energía kundalini, la mediumnidad, el calendario maya, sectas, poderes psíquicos, comunicaciones con los espíritus, la predicción del futuro…
No se pretende decir que las numerosas caras de la espiritualidad popular no sean reales, sino que no forman parte de la espiritualidad simple, sincera y realmente transformativa. En el contexto de la espiritualidad pura, no son más que distracciones que nos mantienen separados de la verdad absoluta.
Un movimiento hacia lo simple
La espiritualidad apunta a la simplicidad radical: nada puede ser más simple que reconocer la verdad porque es la verdad. Las verdades se revelan de por si porque representan la realidad. Son autoevidentes.
Lo realmente difícil es mantener una constante resistencia a la verdad. ¿Qué podría ser más complicado que no ver lo que se presenta a la vista en cada momento?
Piensa en el esfuerzo necesario para mantener un secreto (otro acto de supresión de la verdad). Evitar el reconocimiento de nuestra realidad existencial implica un esfuerzo infinitamente más complejo y agotante – esto es lo que crea confusión y sufrimiento en nuestras vidas.
El obstáculo al reconocimiento espiritual de nuestra verdadera identidad no reside en la complejidad de la verdad sino en la resistencia hacia ella; un hábito con vida e inercia propia.
La espiritualidad representa un movimiento hacia lo simple (la verdad) y en dirección opuesta a la complejidad (la supresión de la verdad). Esto quiere decir que no hay nada nuevo que aprender. El verdadero proceso espiritual no nos llena la cabeza con programación nueva; nos lleva al estado simple y natural de la mente clara y desprogramada.
Una visión clara
La mente desprogramada se compara a menudo con un espejo perfecto y limpio o con un lago tranquilo que permite ver su fondo con claridad. Este estado en si no es la verdad sobre lo que somos, pero nos permite percibir esta realidad claramente.
El espejo deformado presenta una imagen distorsionada de la realidad. El lago turbulento esconde sus profundidades. Similarmente, la mente programada dificulta la visión interna.
Por eso hay tantas tradiciones y técnicas espirituales que señalan la importancia de la meditación para llegar a un estado mental de claridad y transparencia. El principal error humano desde el punto de vista espiritual es la identificación errónea con la mente y su contenido (el ego). La causa de este error es la opacidad de de la mente que a su vez es causada por la constante actividad mental producida por su programación.
Cuando disminuye la programación y la mente se vuelve más tranquila y transparente, empecamos a vislumbrar la verdad que ocultaba. Este es el verdadero proceso espiritual; el de restar, no de añadir programación. Es un movimiento hacia la simplicidad, hasta que haya claridad suficiente para que ocurra el reconocimiento de la verdad.
http://www.vivirparacrecer.es/articulos/simplicidad-la-esencia-de-la-espiritualidad