Hannibal Lecter iluminaba a la agente Clarice Starling en su investigación sobre el caso de un asesino en serie:
“¿Qué es lo que nos mueve? La codicia. ¿Qué es lo primero que codiciamos? Codiciamos lo que vemos”.
Si vives en un pueblo de 50 habitantes y no viajas ni te relaciones demasiado, posiblemente acabarás casándote con el vecino/a que esté más potable o con quien esté dispuesto a hacerlo contigo (a casarse, me refiero), y que por razones estadísticas es más que posible que sea el/la único/a de la aldea en edad de merecer. Por supuesto, lo harás por amor. Y es que el amor es ciego pero sobre todo circunstancial.
Muchas personas acaban enamorándose de sus compañeros de trabajo o de estudios lo que revela que las medias naranjas suelen crecer y caer del árbol que está justo en el lugar donde solemos pasar más tiempo o que nos pilla más a mano. Es el famoso amor de cercanías, que parece indicar que por encima de las características particulares de cada fruta cítrica lo que más nos importa es el zumo.
¿Elegimos lo que queremos o queremos lo que elegimos? Si echamos un vistazo a nuestra vida diaria posiblemente comprobaremos, tal vez con sorpresa, algunos con resabida resignación, que solemos elegir entre las alternativas de las que disponemos o entre las que se nos ofrecen en un momento determinado, o simplemente rebuscamos entre las opciones que nos dejan.
la felicidad cuesta, encontrar opciones y oportunidades, cuesta. Y ahí es donde empezamos a pagar con sudor: indagando, sopesando, conociendo, sin dejarnos embaucar por la inercia y el canto de sirenas de los amores de cercanías
Las buenas decisiones dependen de lo que eliges, pero sobre todo de lo que decides rechazar.
Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.
Pero precisamente cambiar de dirección es lo más difícil por la inercia de los hábitos y la comodidad de conformarse con lo que se tiene a mano.
En tiempos tan líquidos buscamos inevitablemente la estabilidad, a veces por comodidad, otras como un altiplano con perspectiva que nos permita planificar el futuro siempre incierto. Ante cada opción, ante cada elección tomada siempre surgen las mismas preguntas: ¿será un amor para siempre? ¿Una relación interesada? ¿Un matrimonio de compromiso? ¿Un rollo de un quinquenio?
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