Las personas no somos un objeto que no varía, nos vamos moldeando a base de experiencias. Cuantas mejores experiencias, mayor crecimiento y desarrollo, en cambio, si nos suceden cosas negativas iremos acumulando inseguridades. Muchos se aferran a frases como: “Soy así y no puedo cambiar”, “Ya nací así y a estas alturas no hay quien me cambie”.
Todos podemos cambiar, pero para ello es necesario llevar a cabo dos puntos claves:
1. La constancia
Ningún cambio se hace de la noche a la mañana, hay que poner empeño y sobre todo no te quedes con la teoría aprendida, lo más importante es practicar, pero para llegar lejos tendrás que cometer errores. No hay triunfo que no haya pasado antes por fallos, sólo si mantienes la esperanza y constancia de seguir intentándolo, a pesar de los errores cometidos, lograrás tu propósito.
2. Los pensamientos
Sin los pensamientos a tu favor no conseguirás grandes avances. Si esperas a cambiar para pensar positivo acerca de ti, no lo conseguirás. El cambio es al revés, primero piensas bien sobre ti y luego empieza el cambio. Como en muchas frases se ha dicho: “Nadie se ha hecho bueno diciéndole que es malo”.
Si un niño crece oyendo que no es válido y no se le refuerzan las virtudes que tiene, crecerá con una autoestima débil, y puede que sea brillante pero no lo sacará a relucir porque no ha tenido ese ambiente de refuerzo y positividad.
Pero cuando ya una persona tiene una edad en la que es autosuficiente, puede desarrollar las virtudes que no le han sacado en la niñez, y la manera de hacerlo es siendo uno mismo el que adopte el papel de pensar bien sobre sí mismo, apoyándose, valorándose y queriéndose. Cree en ti, si te gustaría cambiar en algún sentido lucha por ello, aunque el avance no sea fácil ni rápido, bajo unos buenos pensamientos te irás transformando e irás sacando lo mejor que hay en ti.
Todos brillamos en algo, busca tu virtud y explótala. Muchos piensan que en la niñez se forma una personalidad que no es posible cambiar en el futuro, pero no es así, el pasado indudablemente nos condiciona porque nos aferramos a una historia anterior que creemos que ya no se puede cambiar, miramos hacia el pasado sin hacer nada en el presente para cambiar y eso estanca.
Ahora puedes comenzar a acumular nuevos sucesos que condicionarán tu futuro, pero observa tus pensamientos, cambia el “no voy a ser capaz” por el “puedo hacerlo!”, aquél que cree en que no puede cambiar, jamás lo conseguirá, el cambio se puede llevar a cabo cuando se cree en que se puede y cuando se tiene la paciencia de intentarlo a menudo. En un proceso de cambio hay etapas en las que sientes que avanzas, pero también otras en las que te estancas, notas que vas hacia atrás y no mejoras.
Esas etapas son normales, pero sólo la persona que sea capaz de no desanimarse ante esas sensaciones de no mejorar, logrará que llegue el día en que se dé cuenta de que ya no es como era, y que se ha transformado gracias a la capacidad de seguir practicando, aunque algunos días no consiga los avances esperados.
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