A raíz de esta entrevista puedo añadir que también depende del tipo de
apego que se desarrolle este puede no ser "malo" del todo y no vinculado a la ignorancia sino al conocimiento de lo transitorio pero, a pesar de ello, digamos en cierto modo necesario.
El
apego entendido como una vinculación afectiva intensa, de carácter singular, que se desarrolla entre dos personas se muestra a temprana edad entre la madre y el hijo y es incluso necesario para el desarrollo de la personalidad del niño ¿cómo puede ser algo tan importante en la infancia tan "dañino" en la edad adulta?
He encontrado por la red una propuesta para la evaluación del
apego en adultos en las relaciones románticas que os adjunto:
UNA PROPUESTA PARA EVALUAR EL APEGO EN ADULTOS En 1987, Hazan y Shaver comenzaron sus estudios sobre el
Apego Romántico, adoptando la tipología de Ainsworth que incorpora tres tipos de
apego (evitativo, seguro, ambivalente) como marco para la organización de las diferencias individuales relacionadas con los pensamientos, sentimientos y comportamientos de los adultos en las relaciones románticas.
En los últimos años varios investigadores han planteado nuevas formas de medir los patrones de
apego romántico en los adultos. En el centro de estos esfuerzos, la psicóloga canadiense Bartholomew (1994) propuso una conceptualización más elaborada de lo que algunos estudiosos del tema han dado en llamar “ orientaciones de
apego ”, “ patrones de
apego ” o “ estilos de
apego”. A partir de los reiterados intentos de crear escalas para evaluar esos constructos, se arribó a la conclusión de que existen dos dimensiones mayores subyacentes a las mediciones del
apego en el adulto: la ansiedad (frente al abandono o el amor insuficiente) y la evitación (de la intimidad y de la expresión emocional).
Bartholomew señala que aquéllas se pueden organizar en relación con otras dos dimensiones relacionadas con las representaciones de SI MISMO y DEL OTRO:
1) “modelo de sí mismo” positivo (sí mismo merecedor de amor y de atención) vs. negativo (sí mismo no merecedor)
2) “modelo de otros” positivo (los otros son vistos como disponibles y
protectores) vs. negativo (los otros son poco confiables o rechazantes).
La autora destaca que las combinaciones de dichas dimensiones permiten hablar de cuatro patrones o estilos de
apego. Los designa tomando como referente, entre otros, la tipología de Ainsworth ya mencionada. En función de la combinación de las dos dimensiones con su modalidad positiva o negativa se elaboran cuatro patrones:
1) “seguro”: grupo positivo-positivo;
2) ”ansioso”: grupo negativo-positivo;
3) “evitativo”: grupo positivo-negativo;
4) “temeroso”: grupo negativo-negativo.
Los individuos
seguros mantienen una percepción positiva tanto de sí mismos como de los otros, mostrándose bien predispuestos para poder acercarse e involucrarse afectivamente con otros. Se sienten cómodos con la intimidad y la autonomía.
Los sujetos
ansiosos buscan intimar con otros pero temen siempre ser rechazados o desvalorizados.
Las personas
evitativas otorgan importancia a la realización personal y la autoconfianza a costa de perder la intimidad con otros. Defensivamente, desvalorizan la importancia de los vínculos afectivos.
Los individuos
temerosos desean intimar con otros pero desconfían de los demás, por lo que evitan involucrarse sentimentalmente. Son muy dependientes y temen ser rechazados.
Besitos
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