Uno de los retos mas grandes que enfrenta el ser humano en la vida moderna es superar la soledad. Es el problema más frecuente de las grandes urbes; más aún, de los migrantes que viven en ellas. Esto lo saben muy bien los miles de peruanos que añoran su tierra en medio del confort material en el extranjero. Algunos llegan a sacrificar todo por regresar en busca del entorno familiar y amical.
Pero la soledad no es patrimonio del desarraigo. Muchas personas, por diferentes motivos, se ven envueltas en las brumas de la soledad. Los divorcios, cada día más frecuentes, la vejez, la viudez y diferentes formas de fracaso en la relación con los demás dejan con suma frecuencia ese saldo.
La soledad, en personas no preparadas para ello, predispone a la depresión, al consumo de drogas, al deterioro de las capacidades personales, a la paranoia y a distintos trastornos mentales. También, ciertos trastornos físicos, de naturaleza psicosomática, nos hablan muchas veces del dolor de la soledad o de las causas de la misma. Está comprobado que las defensas del organismo bajan en las personas que viven solas y la muerte es estadísticamente más temprana entre ellos que entre los que viven en el contexto de una familia.
La incapacidad de tolerar la soledad exacerba los impulsos instintivos, por lo que se puede fácilmente caer en actividades compulsivas como jugar, comprar, la promiscuidad sexual o tormentosos vínculos perversos. Comer, trabajar y una serie de actividades asumidas compulsivamente pueden estar siendo puestas al servicio de evitar la vivencia dolorosa de la soledad.
Decía que la soledad origina trastornos en quienes “no están preparados” para tolerarla. Esto quiere decir que algunas personas, con una estructura de personalidad sólidamente integrada, toleran mejor la soledad; incluso, la pueden disfrutar y hasta necesitar. Poder estar a solas consigo mismo es, paradójicamente, una expresión de la capacidad de relacionarse con otras personas. Estos espacios de soledad son muchas veces el crisol de la creatividad artística.
Fisiológicamente nos encontramos solos con nosotros mismos todas las noches, mientras dormimos, y son los sueños nuestras creaciones cotidianas. Muchos trastornos del sueño tienen que ver con la dificultad de abandonar la vigilia, de controlar la presencia y compañía de nuestros seres queridos (necesitados). Por otro lado, al dormir, abrimos nuestro espacio interior y surgen nuestras escenas temidas, nuestros motivos de angustia que, al relajarse el control consciente, toman la forma de pesadillas.
Curiosamente, existe soledad derivada de la incapacidad para relacionarse, mucha gente siente soledad aunque esté acompañada. Son personas para quienes la cercanía personal les resulta una amenaza. En otros casos, es tan intensa su necesidad de vínculo que la única posibilidad de sentirse en relación sería el fusionarse con el otro, por lo que la sensación de vacío será una constante, ya que, aunque por momentos logren sentir el encuentro anhelado, en cuanto se da la separación se reinstala el sentimiento doloroso de la soledad. Estas personas suelen recurrir a las drogas con carácter adictivo. Así, cuentan con una “compañía fiel”, que no los abandona y que satisface sus necesidades de aplacar el dolor, mientras viven la ilusión de haber eliminado la soledad.
La capacidad para estar a solas proviene de una saludable relación con la madre en los momentos iniciales de la vida, tanto como de una oportuna y paulatina separación de la misma. Estas bases se consolidan a lo largo de la vida con las distintas experiencias de estar a solas que tenemos que pasar. Para poder estudiar, por ejemplo, para jugar a solas, para tener un poco de intimidad consigo mismo y fantasear creativamente, etc.
Sugerencias:
· La madre debe acompañar a su hijo el tiempo necesario, hasta que éste logre estar a solas sin ansiedad.
· Los hijos en desarrollo requieren de un espacio personal, que no sea invadido por las necesidades de los padres.
· Fomente en su hijo las relaciones con sus pares. Sin embargo, un reencuentro cotidiano con los padres es indispensable.
· Desarrolle y demuestre a sus hijos un verdadero interés por ellos. Nunca lo finja.
· No es cierto aquello de que “vinimos solos y nos iremos solos”; nacemos con mamá y nos vamos acompañados de las huellas de nuestras relaciones.
· Cultivemos la amistad. Seamos tolerantes con nuestros amigos.
· A falta de amigos, busquemos el encuentro con grupos en similar situación que nosotros (paisanos, solteros, viudos, grupos religiosos, de autoayuda, etc.)
· Aceptemos que necesitamos de los demás, no nos condenemos a la soledad como producto del orgullo.
· “Es mejor solo que mal acompañado…”; aléjese de las malas compañías, pueden arruinarnos la vida... pero es mejor aún tener buenas compañías.
· La generosidad, la solidaridad, la honestidad y la gratitud nos abren las puertas del corazón de las gentes.
· En última instancia, un animalito a quien cuidar resulta una excelente compañía.
· El punto de partida para no estar solo es descubrir que los demás existen y sienten como nosotros.
· Sea sujeto de su vida. Colocarse en la posición de “objeto”, supone que usted espera que la vida venga a usted.
http://reflexionesdelavidadiaria.blogspot.com/2009/02/soledad-y-soledades.html