Cuando nos enamoramos de alguien suponemos que esa persona tiene cualidades extraordinarias, que es la mejor del mundo, al menos en la mayoría de los aspectos. Y está bien que nos suceda eso, no en vano se dice que el amor es ciego, y la experiencia nos ha enseñado a reconocerlo.
Pero de pronto la persona maravillosa y extraordinaria se convierte en alguien común y corriente, pierde todas las virtudes que le veíamos, deja de atraernos y hasta puede llegar a convertirse en despreciable o enemigo irreconciliable. ¿Qué nos pasó?
Considerar que alguien es demasiado perfecto significa idealizarlo. Y al idealizarlo le atribuimos encantos que no posee. Así es como nos ponemos fuera de la realidad, y la realidad —más tarde o más temprano— se toma la revancha. Es entonces cuando el velo de la ilusión se descorre para mostrar el crudo rostro de la verdad. Y entonces, el mundo se nos viene abajo.
Posiblemente, la persona que idealizamos no merece ser colocada ni en un extremo ni en el otro; ni un dechado de virtudes ni una suma de defectos; pero la frustración que llegamos a sentir al advertir nuestra engañosa percepción puede deprimirnos y conducirnos a las conclusiones más extravagantes e igual de exageradas.
Pero hay un problema más, y es que cuando idealizamos a una persona le otorgamos plenos poderes haciéndola, prácticamente, dueña de nuestra vida. Llegamos a valorarla tanto, que su opinión se convierte en palabra santa, inclusive cuando se refiere a nosotros. Y aquí es donde el conflicto queda expresado en su mayor gravedad, pues podemos convertirnos en títeres de su opinión y creer que somos realmente como esa persona nos ve y nos califica, aún cuando sea en detrimento nuestro.
Nos volvemos dependientes y llegamos a minimizar hasta nuestra propia opinión y nuestro más auténtico sentir.
El trasfondo de la cuestión es que por idealizar tanto a nuestra pareja, uno puede terminar sintiéndose inferior a ella y desmereciéndose a sí mismo. Los casos extremos podrían generar pensamientos como estos:
Soy una persona hermosa porque mi pareja lo dice; o soy una persona sin voluntad porque lo afirma mi pareja; o no soy una persona que merezca ser amada porque de lo contrario, mi pareja no me hubiera abandonado.
http://www.amardemasiado.com.ar/PeligroIdealizarExageradamente.htm