Al idealizar desmesuradamente a la pareja, nuestra relación con ella se desequilibra. Sobrevaloramos a la otra persona, y al hacerlo le damos el mayor peso y la mayor importancia. La consecuencia es que la convertimos no solo en el eje de nuestra vida sino en el árbitro de nuestras decisiones. Y entonces la idealización, que bien podría tener mucho de positivo mientras no sobrepase sus justos límites, se convierte en negativa.
La persona patológicamente idealizada por nosotros recibe de nosotros mismos un mandato que terminará por perjudicarnos: Haz de mí lo que te plazca. Tarde o temprano, ese mandato provocará nuestra reacción y rechazo. Lo malo es que corremos el riesgo de pasar de un extremo a otro, de ir del amor al odio.
Lo que no debemos perder de vista es lo que desde el principio de este artículo vengo sugiriendo y anticipando: en la persona que idealiza demasiado, algo hay en su mente que no funciona bien. ¿Será por sus pensamientos mal orientados? ¿Será por la imagen errónea que tiene de si misma? Veamos… Uno de los componentes psicológicos que aparece en las personas que tienden a idealizar desmesuradamente es su escasa autovaloración. Para revertir esa situación, hay que comenzar por cambiar nuestros pensamientos acerca de nosotros mismos. Al auto-valorarnos, comenzamos a vernos con la misma mirada halagadora que vemos al otro. Por eso mismo conviene ejercitarse en generar pensamientos positivos sobre nuestra personalidad, tanto en el aspecto intelectual como físico. Generar pensamientos positivos sobre uno mismo no significa solamente que esa persona deba decirse a cada momento: Soy linda; Soy perfecta; Soy un genio… significa observarse y constatar si nuestros pensamientos son originados por causas reales o si solo están obedeciendo a patrones y mandatos que nos han impuesto desde afuera.
Para dar un ejemplo claro: hay personas que jamás pudieron convertirse en empresarias exitosas porque desde la niñez cuelgan con el sambenito de que son incapaces de ganar dinero o de que son “incorregiblemente” derrochonas. Así es como se frustran muchas vocaciones, pues las personas que las tienen no consiguen sobreponerse a los moldes con que las han estigmatizado. Lo mismo ocurre con el tema amor cuando nos someten a consignas puramente subjetivas y arbitrarias: Fulano elige siempre mal; Zutana no nació para el matrimonio; Mengano se deja dominar por las mujeres; Eres un desamorado; etc., etc.
Será necesario entonces recapacitar sobre las ideas que tenemos de nosotros mismos, observar si nos surgen pensamientos como los expuestos y constatar si son el resultado de las consignas que nos impusieron. Pues esos son los pensamientos que debemos cambiar.
Como digo muchas veces, en la buena relación con uno mismo se funda la buena relación con nuestros semejantes. Permitámonos idealizar a la persona que amamos, pero preguntémonos cual es ese grado de idealización y si no lo estamos haciendo porque nos desmerecemos nosotros.
Pues muchos de los factores que frustran y conspiran contra la posibilidad de establecer una sana y perdurable relación amorosa, aparecen cuando idealizamos exageradamente, poniéndonos fuera de la realidad.
http://www.amardemasiado.com.ar/NoDejemosDemasIncidanSobreNosotros.htm