El teatro de la vida

Nos cuesta mucho entender que sólo nosotros somos los protagonistas, los actores principales de nuestra propia vida. Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que probablemente fueron muchos, tal vez demasiados, los años que nos hemos pasado interpretando para los demás un papel que no era el nuestro, no es el que nos fue asignado en un principio, pero sí era el que a los otros les gustaba observar todos los días. Nuestro público siempre fue y sigue siendo muy exigente, y quieren seguir viendo una y otra vez la misma obra, los mismos actores, las mismas actrices, el mismo decorado y los mismos guiones.

Pero a veces, cuando pasa mucho tiempo, nos cansamos de interpretar siempre el mismo argumento para los demás. Ese que otros aplauden día tras día, pero que si olvidamos por momentos, si estamos cansados o simplemente queremos cambiarlo, ese mismo público que aplaudía con tanto ahínco nos empieza a silbar, a reprochar… Muchos no quieren que variemos el guión. En parte porque tienen miedo de que eso provoque que cambien muchas otras cosas.

Y entonces nos damos cuenta de lo importante que es actuar, actuar para nosotros mismos, ser conscientes de que la obra que queremos interpretar de ahora en adelante es otra completamente distinta, es nuestra obra, son nuestras obras, y podemos modificarlas. ¿Por qué no? Hoy puede ser un buen día para improvisar parte del guión. No es necesario cambiar el decorado completo, podemos hacerlo poco a poco, lentamente.

Tal vez no sólo nosotros estamos interpretando el papel equivocado. Tal vez los que actúan día a día con nosotros tampoco deberían estar ahí. Tal vez si algo empieza a cambiar sutilmente, todos nos vayamos colocando poco a poco en el lugar que nos corresponde.

Somos los protagonistas de nuestra vida. No dejemos que sean otros los que nos escriban el guión, y mucho menos nos dejemos convencer sobre cómo ha de ser nuestra interpretación.

Yo soy la actriz principal, yo decido con quién, cómo y cuándo interpreto mi papel y yo soy quien haré todo lo posible para que mi obra funcione como debe de funcionar.

Carmen Vélix

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