Cuando la lluvia nos sorprende al despertar, esto no debe ser motivo de tristeza. Si es nuestro día de fiesta, probablemente suponga un cambio de planes, pero también una oportunidad de hacer cosas que no habíamos previsto. Puede ser muy agradable sentarse cómodamente cerca de una ventana a terminar el libro que dejamos a medias, o revisar los hechos de la semana con un té en la mano. Puesto que la sensibilidad de las personas aumenta ante los fenómenos naturales, será una excelente ocasión para escribir a un amigo o meditar sobre algún aspecto de nuestra vida que tengamos abandonado. Los días de lluvia también son perfectos para restablecer el contacto telefónico con alguna persona con la que no hemos hablado hace tiempo. Asimismo, son momentos de gran creatividad en los que pueden tomarse decisiones importantes. Si siempre estamos yendo de un lado para otro, la cortina de agua nos mantendrá dentro de casa para descansar y pasar revista a nuestros asuntos.
Tras la lluvia, las calles relucen y el sol brilla con más entusiasmo. Debemos apreciar la poesía que subyace en la lluvia. ¿No es el agua la madre de la vida?
Meditación: Cierra los ojos y toma conciencia de las preocupaciones, dudas y anhelos que habitan en tu mente. Visualiza cómo la lluvia penetra en tu espacio mental y arrastra todas las tensiones. La tormenta da paso a un paisaje sublime donde impera la calma.
Libro de Gottfried Kerstin