Sé sincero (y no lo dejes para muy tarde)
En la vida, todos tenemos cosas de las que no nos sentimos especialmente orgullosos o que no nos gusta recordar. Puede que incluso nos avergoncemos de lo que hemos hecho o de quién hemos sido; vamos, que si tu vida fuera un libro, te saltarías ese capítulo.
Por ello, no es extraño que cuando conoces a alguien, no te lances a confesar uno por uno los hechos de tu pasado, sobre todo los que te gustaría olvidar. Está bien; no necesitas hacerlo… de momento. Pero si esa persona es tu media naranja, tarde o temprano tendrá que saber algo de ese periodo chungo de tu vida en el que tuviste problemas con la poli, cuando tuviste que abortar, sobre tu travestismo o el alcoholismo de tu padre.
Puedes ocultar las pequeñas cosas: que copiaste en el examen de matemáticas cuando tenías ocho años, por ejemplo, o que has ido diez veces a ver a las Spice Girls en concierto. Pero no son esas cosas las que te preocupan ¿verdad? Lo que te tiene inquieto es tener que contarle todo lo demás.
Hay que hacerlo. Y de ti depende hablarlo nada más conocer a esa persona o hacerlo después de algunos meses. Ti ene que salir. Si esa persona te quiere de verdad, no pasará nada; si no te quiere, es bueno saberlo antes de seguir adelante con ella.
Si esperas demasiado para decírselo, puede que le siente mal que te lo hayas callado tanto tiempo. Así que, piénsalo; el mejor momento para decírselo es ese en el que dejarlo para más adelante será peor que hacerlo ahora.
En el periodo de tiempo que transcurre desde ahora hasta que se lo dices, es crucial que no le mientas.
Dejar aparte temas tan complicados al principio de una relación está bien. Después de todo, imagínate que al final no seguís juntos: te has evitado que se lleve todos tus secretos. No hables de estos temas hasta que no lo tengas claro, pero no seas deshonesto en ningún momento. Te puede causar enormes problemas en la relación.
LO MÁS IMPORTANTE ES NO MENTIR.