La mejor forma de poner límite al pensamiento es actuar. El modo más eficaz de parar las ideas repetidas que se generan dentro de un círculo vicioso es el obrar. La reflexión en orden a la prudencia es una virtud, sin embargo, el pensamiento que contribuye a alimentar una obsesión es una carencia. Si en algún momento sientes que estás dando vueltas a algo sin encontrar una solución quizá deberías dejar de centrarte en ese asunto. O si estás pensando en aquello que en realidad no depende de ti también deberías alejarte mentalmente de esa idea cuya solución no está al alcance de tu voluntad. La obsesión te aleja del momento actual y te impide concentrarte en aquello que te de verdad importa.
Nadie puede conocerte tan bien a ti mismo como tú especialmente a este nivel ya que nadie tiene el poder de atravesar tu inteligencia y analizar tu mundo ideal de conceptos y esquemas. Por esta razón, si sientes que existe alguna obsesión que limita tu vida toma conciencia de tu enorme poder para controlarla a través de la acción aprendiendo incluso a convivir con ella. Es decir, puede que te cueste erradicarla de raíz, sin embargo, habrá algo que siempre podrás hacer: actuar a pesar de ella. Moverte a pesar del miedo que puedas sentir. Conforme vayas actuando y compruebes que no pasa nada y que la mayoría de las obsesiones son sólo ideas negativas que no tienen alcance en la realidad entonces dejarás de tenerlas en cuenta.
Valora lo positivo de ti.
Piensa en la cantidad de cosas que haces bien a lo largo del día. Analiza tan bien aquellos momentos agradables que experimentas desde la mañana. Para analizar bien debes enumerar incluso los detalles más insignificantes ya que equivocadamente dedicamos muchos más tiempo a centrar nuestra atención en los aspectos negativos y dejamos de lado la cantidad de positividad que existe en nuestro presente.
Por otra parte, en relación con todas aquellas cosas que te suponen un esfuerzo añadido porque no te gustan, entonces, debes hacerlas antes que las demás y motivarte a ti mismo interiormente con algo que realizarás después y que en realidad sí te agrada. Dejar las cosas para mañana no descansa sino que cansa. La pereza agota pese a que a veces pensemos lo contrario. La inactividad continuada produce un cansancio infinito y apatía. El sentido del reposo es descansar para volver a actuar. Por tanto, toma fuerzas, respira, y empieza pronto con aquello que más te cuesta realizar porque así te sentirá libre para hacer aquello que de verdad te resulta agradable o vocacional. Piensa que la mayoría de las veces lo que más cuesta es precisamente empezar. Una vez que ya has comenzado, todo lo demás viene dado.
Sé realista, creativo y diviértete en tu vida porque aunque puedas conocer tus limitaciones personales también puedes descubrir todo tu potencial interno.