LA LEY DEL PÉNDULO
Resulta interesante tener un reloj de pared en casa, no solo para saber las horas sino también para reflexionar un poco.
Sin el péndulo el reloj no funciona; el movimiento del péndulo es profundamente significativo.
En los antiguos tiempos el Dogma de la Evolución no existía, entonces los sabios entendían lo de que los procesos históricos se desenvuelven siempre de acuerdo con la ley del péndulo.
Todo fluye y refluye, sube y baja, crece y decrece, va y viene de acuerdo con esta ley maravillosa.
Nada tiene de extraño que todo oscile, que todo esté sometido al vaivén del tiempo, que todo evolucione e involucione.
En un extremo del péndulo está la alegría, en el otro el dolor; todas nuestras emociones, pensamientos, deseos, oscilan de acuerdo con la Ley del Péndulo.
Esperanza y desesperación, pesimismo y optimismo pasión y dolor, triunfo y fracaso, ganancia y pérdida, corresponden ciertamente a los dos extremos del movimiento pendular.
Surgió Egipto con todo su poderío y señoría a orillas del río sagrado, más cuando el péndulo se fue al otro lado, cuando se levantó por el extremo opuesto cayó país de los faraones y se levantó Jerusalem, la ciudad querida de los Profetas.
Cayó Israel, cuando el péndulo cambió de posición y surgió en el otro extremo el Imperio Romano.
El movimiento pendular levanta y hunde imperios, hace surgir poderosas civilizaciones y luego las destruye, etc.
Lo real, la verdad es lo que nos interesa; más esto no es cuestión del péndulo, no se encuentra entre el vaivén de las teorías y creencias.
La verdad es lo desconocido de instante en instante, de momento en momento.
La verdad está en el centro del péndulo.