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| la flor de la honestidad | |
| | Autor | Mensaje |
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javi CREADOR
Desde : 15/05/2008 He aportado : 7181
| Tema: la flor de la honestidad Vie Sep 09 2011, 10:28 | |
| Se cuenta que allá por el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.
Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración y sin poder creerlo le preguntó:
- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.
Y la hija respondió: - No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:
- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China.
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación, la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.
Finalmente llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven sería su futura esposa.
Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
Entonces, con calma el príncipe explicó:
- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: LA FLOR DE LA HONESTIDAD. Todas las semillas que entregué eran estériles.
Mi telf. es.: 658848827...si llamas de fuera de España, pon el prefijo 0034.
Mi horario es de lunes a viernes de 10.30h a 13.30h y lunes, miércoles y viernes de 16 a 17.30 y martes y jueves de 16h a 20h.
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| | | Vantel interiorizando
Desde : 17/08/2011 He aportado : 55
| Tema: Re: la flor de la honestidad Vie Sep 09 2011, 10:54 | |
| Jajaja, este cuento es buenísimo, hasta me ha recorrido un escalofrío por mi espalda al terminarlo. Aunque si es de verdad sospecho que quizá las otras perdiesen la cabeza. Supongo que algo así sería considerado una grave ofensa para el emperador, y más por aquella época.
Me ha recordado esto a cuando yo no estudiaba para un examen pero así todo me presentaba a él. Los que no estudiaban se iban de clase, se hacían los enfermos, y volvían con un justificante de la madre, cómplice por supuesto, y les hacían la recuperación. Sin embargo yo me sentaba tan ricamente en mi sitio y pensaba: "No he estudiado, es hora de aceptar mi destino. Son las consecuencias de haberme tocado mis partes reales en vez de haber estudiado". Y entre suspiros de resignación me entregaban la hoja del examen y, curiosamente, los aprobaba. Aun sin haber estudiado, me acordaba de lo que había dado en clase, eso sí, las notas no eran muy brillantes por no haber estudiado, ¡pero al menos aprobaba! xDD
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| | | | la flor de la honestidad | |
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