Amarres de Amor con Magia Blanca
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 cuando tres se convierte en uno

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tania
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MensajeTema: cuando tres se convierte en uno   cuando tres se convierte en uno Icon_minitimeMar Sep 06 2011, 02:50

Por sus escritos sabemos que los antiguos esenios creían que nos comunicábamos con nuestro mundo a través de nuestras percepciones y sentidos. Cada pensamiento, sentimiento, emoción, respiración, nutriente, movimiento o la combinación de cualquiera de ellos, era considerado como una expresión de la oración. Según la visión de los esenios, según sentimos, percibimos y nos expresamos durante el día, estamos orando constantemente.

Mediante el don de la poesía y las metáforas de su tiempo, los textos esenios nos recuerdan que nuestro cuerpo, corazón (sentimientos) y mente trabajan juntos, casi de la misma manera que un carro, el caballo y el conductor.' Aunque considerados de forma independiente, los tres trabajan mano a mano para proporcionarnos nuestras experiencias en la vida. En esta analogía, el carro es nuestro cuerpo y el conductor nuestra mente. El caballo representa los sentimientos de nuestro corazón, el poder que conduce al caballo y al conductor por la senda de la vida. Gracias a la fuerza de nuestro cuerpo físico, la experiencia de la sabiduría de nuestro corazón y la pureza de nuestras intenciones son las que determinan la cualidad que dominará en nuestra vida.

Si la oración es en realidad el lenguaje olvidado a través del cual escogemos las posibilidades y los resultados que queremos conseguir en nuestra vida, en un sentido muy real cada momento de nuestra existencia puede ser considerado como una oración. En cada instante de nuestro estado de vigilia o de sueño, si estamos pensando, sintiendo y teniendo emociones, estamos contribuyendo a las situaciones que se producen en el mundo. La clave es que unas veces nuestras contribuciones son directas e intencionadas, mientras que otras podemos estar participando indirectamente, sin ni siquiera ser conscientes de nuestra contribución.

Este último tipo de experiencia puede ser el que describan las personas que sienten que la vida «les sucede». Las personas que tienen esta experiencia suelen sentir que son «espectadores» que simplemente observan los procesos de la vida que tienen lugar a su alrededor entre sus amigos, familiares y seres queridos, incluso en la propia Tierra. Los sentimientos de esta experiencia varían desde la admiración y asombro por el nacimiento de un bebé hasta una sensación de impotencia ante la trágica pérdida de las vidas humanas en tiempos de guerra o por desastres naturales. La crisis de Kosovo de 1999, o la indignación por la matanza en una escuela pública, son ejemplos de tales momentos de impotencia.

Los textos recientemente traducidos, algunos de los cuales tienen más de dos mil años, nos ofrecen otra forma de participar activamente para «hacer algo» durante este tipo de situaciones de la vida. Al reconocer la eficacia del poder silencioso de la oración, los antepasados describen un método de oración conocido en la actualidad como oración activa. Cuando estos componentes de la oración se fusionan en uno solo, se nos presenta un puente para comunicarnos con el lenguaje de la creación. Gracias a este puente podemos elegir el resultado de una situación entre una serie de posibilidades.

Quinientos años antes del nacimiento de Jesús, los maestros esenios nos invitaron a concentrar el poder de los elementos individuales de la oración -pensamiento, sentimiento y emoción, que experimentamos como mente, corazón y cuerpo- en un solo resultado. La clave del dominio de esta técnica se encuentra en un solo pasaje:
«Siete son los senderos que cruzan el Huerto Infinito, y cada uno deberá transitarse con el cuerpo, el corazón y la mente como uno ...»


Es esta fuerza unificada del lenguaje celestial, que se manifiesta en nuestro cuerpo, la que llena de vida nuestras oraciones y nos asegura que «cualquiera que dijere a este monte: quítate de ahí y échate al mar, no vacilando en su corazón, sino creyendo que cuanto dijere se ha de hacer, así se hará» (Mc 11,23).

Piensa en los efectos de la oración con la ayuda de un sencillo modelo. Hace más de cincuenta años, en 1947, el doctor Hans Jenny desarrolló una nueva ciencia para investigar la relación entre la vibración y la forma.' Mediante estudios bien documentados, el doctor Jenny demostró que la vibración producía geometría. Es decir, al crear una vibración en un material que podemos ver, la forma de la vibración se hace visible en ese medio. Cuando cambiamos la vibración, cambiamos la forma. Cuando regresamos a la vibración inicial, vuelve a aparecer la forma inicial. A través de una serie de experimentos realizados con distintas substancias, el doctor Jenny produjo una sorprendente variedad de dibujos geométricos, desde algunos muy complejos hasta otros muy simples, en materiales como agua; aceite, grafito y azufre en polvo. Cada dibujo era sencillamente la forma visible de una fuerza invisible.

La importancia de estos experimentos es que con ellos el doctor Jenny probó, sin lugar a duda, que la vibración crea una forma previsible en la substancia en la que es proyectada. Pensamiento, sentimiento y emoción son vibraciones. Al igual que las vibraciones en los experimentos del doctor Jenny, las vibraciones del pensamiento, del sentimiento y de la emoción crean un trastorno sobre la materia en la que son proyectados. En lugar de agua, azufre y grafito, proyectamos nuestras vibraciones sobre la refinada substancia de la conciencia. Cada una tiene un efecto.

En el capítulo vil hablamos de que la ciencia nos insinúa que nuestro futuro puede que ya exista en forma latente en el caldo de la creación como una de entre muchas «posibilidades». A medida que cada día elegimos cosas nuevas en nuestra vida, vamos despertando otras posibilidades y ajustamos el resultado final. Esta visión implica que cada vez que pedimos algo en la oración, existe la posibilidad de que nuestra petición ya esté en curso.



Si esta visión del mundo es correcta, entonces en el zoo del garaje de mi infancia, por ejemplo, cada pico roto, miembro sesgado y hueso fracturado era uno de los posibles resultados para ese momento. En ese mismo instante, también existía otra situación en que cada uno de esos animales a mi cargo ya estaba sanado. Las dos situaciones ya existían. Cada posibilidad era real.

La clave para elegir un resultado entre los muchos posibles reside en nuestra habilidad para sentir que nuestra elección ya está sucediendo. Vista la anterior definición de la oración de otro modo, como «sentimiento», se nos invita a hallar la cualidad del pensamiento y de la emoción que produce ese sentimiento: vivir como si el fruto de nuestra plegaria ya estuviera en camino.


Cuando pensamiento, sentimiento y emoción no están alineados, cada uno puede ser considerado como una fase distinta de la otra. Aunque existan pequeñas zonas comunes, la mayor parte del patrón no está centrado, y trabaja en direcciones distintas, independiente del resto. El resultado es una dispersión de la energía.

Por ejemplo, si pensamos: «Elijo a la pareja perfecta de mi vida», se libera un patrón de energía que expresa ese pensamiento. Cualquier sentimiento o emoción que no esté sincronizado con nuestro pensamiento no podrá infundir fuerza a nuestra elección de encontrar una pareja perfecta. Si nuestros patrones no están alineados debido a sentimientos de que no somos merecedores de tener una pareja así de perfecta o por emociones de miedo, estos pueden truncar que se materialice nuestra elección. En este estado no alineado puede que nos encontremos preguntándonos por qué nuestras afirmaciones y oraciones no han funcionado.


Mediante estos sencillos ejemplos, vemos claramente por qué la oración puede aportar el mayor de los cambios cuando sus elementos están centrados y alineados entre sí.

Sin usar la palabra oración, y sin duda de un modo menos técnico, la idea de unificar el pensamiento, la emoción, el sentimiento y vivir desde el lugar del deseo que se aloja en nuestro corazón ya fue presentada a principios del siglo XX, pero con un lenguaje muy distinto. El trabajo de Neville, que afirma el quinto modo de oración y da por hecho que nuestra plegaria ya se está produciendo, nos lo expone de este modo:
«Te has de abandonar mentalmente a tu deseo que se ha cumplido gracias a tu amor por ese estado, y al hacerlo, vive en el nuevo estado y abandona el antiguo».'
Las descripciones de Neville sobre nuestra habilidad para cambiar los resultados y escoger posibilidades nuevas en la vida, aunque eficaces puede que no tuvieran mucho sentido para las personas de principios del siglo XX. Al igual que ha sucedido con muchos pensadores cuyas ideas se adelantaban a su tiempo, poco se supo de la obra de Neville hasta después de su muerte en 1972.

Visiones como esta nos permiten contemplar la oración como un lenguaje y una filosofía que une el mundo de la ciencia y del espíritu. Al igual que otras filosofías utilizan modos de expresión únicos y vocabularios especializados, la oración tiene un vocabulario propio en el lenguaje silencioso del sentimiento. A veces una idea que tiene sentido para nosotros en un lenguaje, en otro con el que no estemos familiarizados tiene muy poco. Sin embargo, el lenguaje existe.

La filosofía de la paz, por ejemplo, se puede expresar a través de lenguajes tan diversos como el de la física o el de la política, así como el de la oración.

Por ejemplo, la paz suprema según la física puede ser descrita como la ausencia de movimiento en un sistema. En ese lenguaje, cuando la frecuencia, la velocidad y la longitud de onda llegan a cero, el sistema está en reposo y tenemos paz. En la política, la paz se puede interpretar como el fin de la agresión o la ausencia de guerra. Nuestras oraciones pueden ser pensadas del mismo modo.

Mediante el lenguaje de la oración, la paz puede ser descrita en forma de ecuación, como lo que acerca la oración a nuestra ciencia en la que muchos se han atrevido a creer. En lugar de ecuaciones de números y variables, la lógica, el sentimiento y la emoción se convierten en los componentes de la ecuación de la oración. Con la forma de una prueba matemática estándar -si esto y esto es así, entonces presenciamos tal y tal resultado-, la ecuación de la oración activa se puede contemplar del siguiente modo:

Si,
pensamiento = emoción = sentimiento
entonces,
el mundo refleja el efecto de nuestra oración.
Con esta unión las fuerzas de nuestra tecnología interior se pueden concentrar y aplicar en el mundo exterior. Cuando alineamos los componentes de la oración, estamos hablando el lenguaje silencioso de la creación: el lenguaje que mueve el monte, acaba con las guerras y disuelve los tumores.

La belleza de la oración radica en que no es necesario saber exactamente cómo funciona para beneficiamos de sus milagrosos efectos. En esta tecnología universal, sencillamente se nos invita a experimentar, sentir y reconocer lo que nuestros sentimientos nos están comunicando. Nuestras oraciones cobran vida cuando enfocamos el sentimiento de anhelo que reside en nuestro corazón, en lugar de enfocar el pensamiento que gobierna el mundo de la razón.


extraido de http://www.bibliotecapleyades.net/mistic/isaiaheffect/isaiaheffect07.htm
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