El misterio envuelve la figura de Cristóbal Colón, del que se conocen muchos datos de su vida, aunque otros fundamentales permanecen en una espesa niebla, como el lugar en el que nació y dónde reposan sus restos.
En junio del pasado año fueron desenterrados en la Catedral de Sevilla varios restos que presuntamente pertenecen al descubridor de América y a su hijo Hernando.
Con anterioridad habían sido exhumados los huesos de Diego, hermano del Almirante, depositados en los terrenos de la fábrica de loza sevillana: “La Cartuja”, con la intención de comparar el material genético obtenido de los tres para aclarar el enigma histórico sobre el lugar que guarda los restos del célebre marinero.
Con anterioridad habían sido exhumados los huesos de Diego, hermano del Almirante, depositados en los terrenos de la fábrica de loza sevillana: “La Cartuja”, con la intención de comparar el material genético obtenido de los tres para aclarar el enigma histórico sobre el lugar que guarda los restos del célebre marinero.
Desde entonces el “misterio Colón” ha vuelto a la actualidad.
Después de haber hecho varios viajes a América, Cristóbal Colón falleció en la ciudad española de Valladolid en 1506, y es a partir de ahí cuando la leyenda se mezcla con la realidad.
Se sabe que su cuerpo fue enterrado en esa ciudad de la meseta española, pero también presuntamente pasó después por tumbas de Sevilla, Santo Domingo y La Habana.
A finales del siglo XIX los españoles dijeron haberse llevado los restos de Colón con destino a la catedral sevillana, aunque los dominicanos siempre han asegurado que se produjo un error y que en verdad requisaron los de otros componentes de la familia.
Los historiadores tampoco se ponen de acuerdo en si Colón nació en Génova (noroeste de Italia), como comúnmente se ha dicho, y tampoco acerca de la identidad de sus padres, con las hipótesis más variadas.
Hasta aquí la Historia oficial.
¿Descubrimiento o Conspiración?
Dos carabelas y una nao se mecen suavemente en el puerto –simple embarcadero- de Palos en Huelva, España. El hecho sería muy normal para la época, finales del siglo XV, si no fuera por la fecha -2 de Agosto de 1492- y por los tripulantes. ¿Qué tenían de particular esa fecha y esos tripulantes?
Foto del Puerto de Palos: Tres reproducciones de las naves de Colón, a él atracadas, nos dan una idea de su aspecto el día 2 de Agosto de 1492. Quizá aquel día estuvieran ancladas a una prudente distancia de la orilla… y de las garras de la Inquisición.
Salida de Colón del puerto de Palos.
El mismo día en que las autoridades comenzarían a buscar a los judíos que permanecían en España tras el decreto de expulsión.
Tapiz del siglo XIX, seguramente basado en otro más antiguo, la disposición general es correcta históricamente –posición de los barcos y embarcadero- no así los detalles que parecen propios, en cuanto a vestimenta y navíos –estos últimos ya representados como galeones-, del siglo XVI o XVII.
Pues simple y casualmente que aquella misma noche era la designada para que las “fuerzas de seguridad”· de entonces –cuadrilleros de la Santa Hermandad, familiares de la Inquisición, milicias nobiliarias o ciudadanas, corchetes de la justicia- empezaran la caza del Judío. Acababa de expirar el plazo para que los judíos no bautizados permanecieran en España. El decreto de expulsión de los Reyes Católicos había entrado en vigor.
¿Con qué coincidía esa fecha para ser considerada una casualidad? Pues nada menos que con la partida de aquellas tres embarcaciones rumbo a… descubrir América.
Eran las tres mal llamadas carabelas –una era una nao- del descubrimiento ¡Y su tripulación estaba compuesta en gran medida por judíos y conversos!
¿Iban a descubrir nuevas rutas o simplemente escapaban de aquel precursor de más terribles holocaustos?
Dos cartas:
PRIMERA CARTA.-
Un cazanazis con una obsesión:
Simón Wiesenthal, jubilado recientemente a los 94 años, dedicó la mayor parte de su vida activa a perseguir a los nazis fugados tras la derrota alemana en la segunda guerra mundial, por ello se hizo mundialmente famoso. Sin embargo este judío, vengador de judíos masacrados, tenía una faceta desconocida para el gran público. Una obsesión por un personaje de la Historia de España: Luis de Santángel. Una obsesión tan persistente y constante como su caza de criminales de guerra,
Simón Wiesenthal. Jubilado en el año 2003 a la edad de ¡94 años!
Pasó su vida activa dedicado a la caza de los responsables del holocausto judío durante la última guerra mundial. Su nombre es conocido por ello, pero también dedicó su entusiasta y meticulosa atención a descubrir los hechos desconocidos del pueblo judío a través de la Historia y su influencia, muchas veces forzosamente secreta, en la misma.
Seguidor incansable de documentos, trabajador metódico y constante, referenció durante años las cartas o documentos de éste y otros judíos o conversos españoles con un claro objetivo, relacionarlos con Cristóbal Colón. Ahora tras su jubilación, la fundación que lleva su nombre en su país natal, Austria, abrió sus archivos a algunos investigadores.
La historia tal y como nos la contaron.
Colon obtiene el dinero para expedición en forma de cofre de joyas otorgado por la reina Isabel… que ocupa un claro protagonismo frente a su esposo Fernando que permanece en segundo término.
Curiosamente esta idea tradicional encaja con los últimas investigaciones, como la carta a Juan de la Cosa ¿Era Isabel la autoridad que más sabía sobre el viaje de “descubrimiento”?
Escribano de Ración de los Reyes Católicos, figura de gran importancia en la administración, semejante en parte a un actual ministro de economía, Luis de Santángel tuvo una actuación decisiva para convencer a los Reyes Católicos de que financiaran la empresa de Colón a la que él añadió 140.000 maravedíes de su bolsillo. Sin su intervención tal vez nunca se hubieran firmado las Capitulaciones de Santa Fe.
Era conocida una carta de Colón a él dirigida, anunciando tras el descubrimiento la llegada a "Las Indias" y lo que allí encontró.
Lo que nunca se había descubierto es una referencia a otra carta anterior de Santángel al propio Colón, en la que se dirige a él como… “hermano en la fe”.
Palabras aparentemente poco sospechosas pero que tras un simple análisis se vuelven reveladoras. El término “hermano en la fe” es evidente para una sociedad cristiana, tanto que hace innecesario su uso a no ser entre personas pertenecientes a órdenes religiosas o sacerdotes, lo que no era el caso.
Parecen encubrir perfectamente, con la hábil simulación propia de los perseguidos, el hecho de que “compartían una religión común”, pero diferente a la del pueblo en general. Es como decir que ambos eran judíos.
Y de hecho Santángel está demostrado que lo era, posteriormente toda su familia fue perseguida por ese motivo por la Inquisición.
¿Era entonces Colón un judío genovés, y por tanto italiano? Difícilmente. El nombre Cristóbal es el de un santo, más que probablemente mítico, al que la iconografía cristiana representa como un hombretón con un Jesús niño a cuestas. Da ahí el simbólico significado del nombre, cristo más foro = el que porta. Es decir que Cristóbal en griego sería cristoforo = el que porta a Cristo. En italiano se usaba el nombre original griego, por eso los Historiadores italianos denominan a nuestro Colón: Cristoforo Colombo.
Pero resulta que ¡Cristóbal Colón nunca firmó como Cristoforo, ni mucho menos como Colombo! Sí usó en cambio muchas veces su forma latina de época: XPOFERENS, en su enigmática signatura.
La enigmática firma de Colón como XPOFERENS = el que porta a Cristo, ese era San Cristóbal.
Una firma sobre la que tanto se ha especulado, pero hay una cosa clara, de una u otra forma, pero nunca firmó con el nombre de Cristoforo, ni menos de Colombo.
La llamada “Virgen de Colón”: un cuadro que se encuentra en el museo Lázaro Galdeano de Madrid, basado en datos de la época sumamente reveladores, representa a Colón arrodillado ante una virgen y a su lado una alegoría a su nombre, la figura de San Cristobal.
El cuadro de la presente foto es de una copia realizada por el pintor Faustino Mouriño, reproduciendo todos sus detalles.
A la izquierda aparece san Cristóbal portando a Cristo niño -Cristóbal viene del nombre: Cristoforo, en griego = el que porta a Cristo, pero en latín se escribía también XPOFERENS, que significa lo mismo-… Cristóbal Colón era por tanto el portador de Cristo ¿Cómo un honor o como una cruz? Es decir ¿era o no creyente cristiano sincero?
La catedral del fondo es digna de mención ya que no se corresponde con ninguna conocida, su tamaño no corresponde con una iglesia ordinaria más difícil de identificar por lo numerosas… ¿Imaginación del autor o puro simbolismo?
En lugar de la habitual corona los ángeles portan sobre su cabeza una cruz… ¡Templaria!
Aunque teniendo en cuenta el concepto de nación que en sí mismos (cualquiera que fuera el lugar de estancia o nacimiento) tenía para ellos mismos el hecho de ser judíos –por ejemplo: Carta del visir hebreo de la corte cordobesa en el siglo décimo Hasday ben Saprut a su amigo Isaac ben Nathan: “Nosotros los de la nación judía…”- El hecho de haber nacido en uno u otro lugar es, bajo el prisma del origen hebreo del descubridor, absolutamente irrelevante.
Bien podría Colón haber declarado, naturalmente de haber podido hacerlo libremente, lo que en el estilo de la época hubiera sido más o menos así: “Yo, Colón, nací entre los de nación judía..” nada más, y así de simple.
Colón pudo haber nacido físicamente, lo más probable, en tierras catalanas o baleares; incluso en alguna otra. Pero su nación era la de Israel.
Precisamente por eso, si quería su propio bien y el de sus descendientes, debería ocultarlo haciendo continua, y quizá sincera, profesión de fe católica. Digo quizá sincera porque muchos judíos efectivamente, sin dejar de serlo de raza, se volvieron fervientes –y hasta fanáticos- cristianos. Veamos posteriormente a Torquemada, el feroz perseguidor de judaizantes, que era él mismo de familia conversa.
SEGUNDA CARTA.-
Otro misterio se abre: ¿estaba enterada la muy católica reina Isabel del origen de Colón?.
Las “especiales” relaciones con Juan de la Cosa.
Un dato más nos sumerge en un mundo de intrigas en el que, como en las buenas películas o novelas de misterio, nada es lo que parece.
El escritor y periodista Ignacio Merino acaba de publicar un libro titulado “La ruta de las estrellas” sobre un personaje conocido, pero poco estudiado hasta ahora: el marino cántabro Juan de la Cosa, al que generalmente sólo se conoce por ser autor de un mapa, el primero en el que aparece el continente americano (al menos desde el de Piri Reis), lo que ya de por sí daría a entender la capacidad del personaje. Sin embargo el autor expurga una carta autógrafa nada menos que de la Reina Isabel “la católica” en la que se dirige no a Colón, sino al marino cántabro, en un tono de inusitada confianza diciéndole literalmente en un párrafo revelador: “que vos seáis mi consentido, mi oído en Portugal y el ojo de Castilla en la mar Océana, micer Juan, es cosa que sólo debemos saber vos y yo…”
Éste nuevo interrogante enlaza con algo ya sabido por los aficionados al tema, y los amantes de los enigmas de nuestro mundo ¿”Descubrió” verdaderamente Colón una ruta? O se limitó a seguir la información de otros navegantes anteriores: Fenicios, vikingos, vascos… quizá Templarios.
¿Trazó nuevos derroteros o se dedicó a seguir los marcados por antiguos mapas?
Mapas como el enigmático de Piri Reis posiblemente basado en otro de origen remoto. Saberes más que posiblemente conservados por los cartógrafos, precisamente en su mayoría judíos, baleares, portugueses y catalanes. Cartógrafos que en su momento –unos trescientos años antes de la época de Colón- habían sido protegidos por la Orden Templaria
Texto bíblico de Rabbí Samuel con anotaciones personales de Cristóbal Colón al margen. Se trata de comentarios del almirante al Antiguo Testamento, textos que coinciden con la Torah y el Talmud hebreos. No aparecen escritos de Colón con referencias a escritos realmente cristianos, es decir del Nuevo Testamento, para uso exclusivo propio; solamente en los destinados a terceros
http://www.misteriosdelahistoria.com/art.misteriocolon.html