Si existe una circunstancia que es común en la vida de cualquier ser humano, es la presencia del miedo en nuestras vidas; aunque más que del miedo en singular, debemos de hablar de él en plural y referirnos por tanto a nuestros miedos.
Podemos afirmar con rotundidad que el ser humano es mucho más que su propio miedo (si hablamos de él en abstracto), pero por desgracia la vida diaria nos demuestra que a menudo creemos ser mucho menos que nuestros miedos (si hablamos de nuestros miedos concretos).
Y estaremos de acuerdo en afirmar que esos concretos miedos limitan constantemente nuestras vidas puesto que nos impiden avanzar, haciéndonos creer que somos incapaces de hacer o conseguir muchas cosas que en realidad están a nuestro alcance; o incluso, en un grado mayor, bloqueando nuestra conducta y asentando en nuestro interior creencias de absoluta incapacidad que nos retiran de cualquier posibilidad puesto que nos encadenan a esos miedos.
Aceptada pues la presencia de miedos en nuestras vidas y conscientes como somos de la limitación que éstos suponen para cada uno de nosotros, ¿qué es lo que podemos hacer para vencer nuestros miedos?
Lo primero que vamos a tener que hacer es corregir el sistema que habitualmente utilizamos para tratar de convencernos a nosotros mismos de que hemos vencido nuestros miedos.
Y por tanto, vamos a tener que aprender a dejar de engañarnos a nosotros mismos toda vez que el sistema habitual utilizado por el ser humano para vencer sus miedos es negárselos uno mismo.
Ante una situación determinada nos decimos a nosotros mismos: "Yo no tengo miedo". Pero eso es falso, y en la siguiente ocasión en la que tenemos que demostrárnoslo, el miedo se apodera de nosotros y nos bloquea.
Luego lo primero que vamos a tener que hacer es aceptar que sentimos ese miedo concreto ante una determinada situación. Sólo desde nuestra conciencia y aceptación de que sentimos ese miedo podremos intentar enfrentarnos a él y resolverlo.
Una vez aceptado y reconocido por nosotros mismos, en segundo lugar vamos a tener que cambiar el modo en que nos enfrentamos a ese miedo concreto. En lugar de mirar al miedo a la cara y decirle, enfrentándote abiertamente a él, yo ya no te tengo miedo (lo que normalmente nos incapacita para superarlo), basta con lo siguiente: desde nuestra sincera aceptación de que sentimos ese miedo concreto frente a lo que tenemos que hacer, vamos a demostrarle al miedo que podemos aburrirle, que somos más persistentes que él.
Por tanto, dejemos de enfrentarlo abiertamente como si se tratara de un duelo a muerte; es decir, como si tuviéramos una sola y única oportunidad frente a él. Si el miedo nos vence nos ha ganado una batalla pero no la guerra.
Para conseguir vencer al miedo en alguna de nuestras siguientes batallas simplemente hay que aflojar nuestra resistencia directa contra él.
Basta con que aprendamos que lo mejor que podemos hacer es permitir que el miedo nos acompañe: tenemos miedo pero a pesar de él nos ponemos a hacer aquello que no nos atrevemos a llevar adelante, mientras permitimos que el miedo esté a nuestro lado, que nos acompañe.
Así vamos a sorprender al miedo. Por primera vez nuestro miedo va a presenciar que no nos retira de la batalla, como había ocurrido hasta ahora, sino que le permitimos que nos acompañe allí donde vamos, porque su presencia ya no nos impide avanzar, al haber aprendido que podemos hacer cualquier cosa a pesar de sentir miedo.
El miedo, asustado, va a tratar de frenar nuestro avance, mientras nosotros simplemente hemos de seguir avanzando, dándole la mano al miedo.
Y es ahí cuando no sólo ganaremos la batalla sino la guerra: el miedo, sorprendido de nuestra conducta, empezará a aburrirse a nuestro lado viendo que su presencia ya no nos limita, y dejará de estar interesado en molestarnos.
Al fin y al cabo, no lo olvides, tú eres tus miedos, y por tanto sólo tú puedes vencerlos
http://www.justcoaching.net/sorprende-tus-miedos-43120