El Everest pasa por ser el cementerio más alto del planeta. Sus hielos guardan decenas de cadáveres de los miembros de antiguas expediciones que jamás fueron rescatados debido a la altura y a las condiciones extremas, que impiden la llegada de equipos de salvamento.
Algunos de los cuerpos pueden observarse a simple vista, como el del llamado El saludador, en referencia a la posición en la que se encuentra. Está situado en la cara norte del monte. Otros salen a relucir de la manera más sorprendente. Es el caso de los integrantes de una expedición comercial que, mientras dormían en su tienda, sintieron bajo sus espaldas lo que pensaron que podría ser una roca. Cuando desmontaron el campamento observaron con horror que habían dormido sobre una tienda en la que yacía un alpinista muerto. Ni siquiera Edmund Hillary, el primer hombre que ascendió oficialmente a la cumbre del Everest, se ha librado de la polémica.
La comunidad internacional siempre ha expresado recelo sobre la autenticidad de tal logro, ya que el británico no quiso tomarse una fotografía cuando llegó a la cumbre. Este hecho generó el rumor de que quienes realmente llegaron a la cima habían sido los dos sherpas que le acompañaban. Hillary lo ha desmentido siempre. En sus memorias asegura que le importaba más obtener pruebas fotográficas de su llegada a la cumbre que “fotografiarme en la cima de la montaña”. Y es que en la única imagen que inmortaliza aquel momento no aparece Hillary, sino el sherpa Tenzing, sobre el que recayó la acusación de aceptar sobornos para no revelar la verdad.