La aguja
Una mujer, costurera de profesión, en el colmo del desconsuelo, se afanaba buscando alrededor de un farol.
Encorvada, daba vueltas de aquí para allá, explorando en el suelo. Era noche avanzada y un hombre pasaba por allí de vuelta a su casa. Vio a la mujer que había empezado a llorar desconsoladamente.
Buena mujer, pero ¿que te ocurre? ¿Puedo ayudarte en algo?
¡Que más quisiera yo! -exclamó la mujer, sin dejar de buscar ansiosamente-. He perdido una aguja en mi casa y no la encuentro.
Perplejo, el hombre preguntó:
Pero, mujer, si la has perdido en tu casa, ¿por qué la buscas aquí?
¡Oh! –suspiró apenada la mujer-. Como en mi casa no había luz, me he venido a buscarla junto a este farol.
Muchas veces el ser humano, por falta de entendimiento correcto, busca justo allí donde no le será posible encontrar, por lo que se hunde en la desesperación y en el desaliento. No podremos hallar fuera de nosotros aquello que palpita en nuestro interior ni nadie nos podrá procurar el sosiego y la claridad que debemos ganar por nosotros mismos a través del esfuerzo correcto y el trabajo interior. Aunque en principio haya oscuridad en ti, si indagas en tu interior y te aplicas con motivación correcta a tu búsqueda, resplandecerá en tu corazón la luz de la sabiduría que libera.