Hay semillas positivas que plantamos con conciencia y otras semillas negativas que plantamos con inconsciencia e ignorancia. Algunas veces vemos el fruto de nuestras acciones, y otras veces ni tan siquiera nos damos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Caminamos sembrando senderos de luz o regueros de sangre, y muchas veces, ni nos giramos para ver qué es lo que quedó a nuestro paso, cuanto daño hicimos o por el contrario cuanto bien.
Todos traemos semillas con nosotros, ideas, proyectos, misiones que vienen a arrojar un poquito más de luz y amor a este lugar. Muchas veces no logramos ni siquiera llegar a la fase de la gestación, porque caemos presas de las ideas negativas de los demás, el pesimismo. Nos falta el abono de la confianza y la fe en que podemos llegar a ver nuestras semillas crecer.
También hay ciclos en la vida, como en la naturaleza. Momentos en los que no vemos nuestras semillas ya que yacen latentes en nuestra oscuridad, esperando el momento propicio para brotar con fuerza y romper la frontera que separa el vientre del mundo exterior.
Pero lo que sí está claro es que: todos nosotros traemos semillas, que en nosotros está la capacidad de elegir sembrar las más provechosas para crear un mundo cada vez mejor y que el viento está a favor para que lo consigamos. Es más: La Tierra necesita urgentemente tus mejores semillas plantadas, ¡YA!