Mientras que los Arcángeles reinan sobre toda la humanidad, los Ángeles Guardianes se unen a individuos. Son los Ángeles Guardianes quienes vigilan el crecimiento espiritual de los individuos a lo largo de sus vidas, y protegen y defienden sus almas. Cada ángel puede haber estado con un alma concreta durante muchas vidas, ayudando a ese individuo a reunir las lecciones de cada vida hasta que, finalmente, sabe que es uno con Dios. Ese conocimiento se denomina iluminación.
Nuestro Ángel Guardián bendice todo lo que hacemos para cuidar de nuestro bienestar espiritual. Podría tratarse de una práctica espiritual exigente que nos dé paz o serenidad; podría ser algo tan simple como animamos a ir a la plaza y jugar al disco volador. La diversión y el juego infantiles pueden ser tan satisfactorios para el alma como horas de meditación o de terapias de autoayuda.
El Ángel Guardián representa las diferentes etapas de desarrollo a través de las cuales pasamos en nuestras vidas. Son un símbolo de los pasajes que todos recorremos conforme maduramos y nos desarrollamos a lo largo de nuestro sendero. Podemos recurrir a estos Guardianes en busca de guía y ayuda siempre que estemos estancados o bloqueados en nuestra vida. Nos aman y quieren incondicionalmente. Su ayuda está disponible en cualquier momento en que nos abramos a aceptar su presencia Divina.
El siglo pasado, Alexander Carmichael encontró una bella oración a un Ángel Guardián en las islas de Escocia: El Ángel Guardián
Tú, ángel de Dios, que estás a cargo de mí, Desde el querido Padre de la misericordia, Hasta el Rey pastor del aprisco de los santos, Haz la ronda alrededor de mí esta noche.
Aparta de mí toda tentación y peligro, Rodéame en medio del mar de injusticia, Yen los pasos angostos, retorcidos y tortuosos, Mantén mi barquilla, mantenla siempre.
Sé una llama brillante delante de mí, Sé una estrella que me oriente encima de mí, Sé un suave sendero delante de mí, y sé un benévolo pastor detrás de mí
Hoy, esta noche y siempre.
Estoy cansado y soy extranjero, Condúceme a la tierra de los ángeles; Pues es tiempo de ir al hogar A la corte de Cristo, a la paz del Cielo.