La pulmonaria es una hierba siempre verde originaria de Europa. Su tallo alcanza los 30 cm de altura y sus hojas son grandes, alargadas, cubiertas de vellosidades y con manchas blancas.
Las flores son primero de color púrpura y luego, cuando abren, azules. El tallo y las hojas se recolectan en verano, cortándolos un poco por encima del nivel del suelo.
Tal como lo indica su nombre, la pulmonaria es beneficiosa en el tratamiento de la tos y la bronquitis, en particular los vinculados con inflamaciones respiratorias.
Conocida popularmente como salvia de Jerusalén, la pulmonaria es también altamente valorada por sus propiedades astringentes. Por lo tanto, Pulmonaria officinalis, como es nombrada científicamente, se puede aplicar para aliviar la diarrea, especialmente en los niños, y para aliviar las hemorroides.
La infusión de sus hojas y tallos es expectorante y se utiliza para los catarros bronquiales, la irritación de garganta y calmar la tos. Para preparar esta infusión, utiliza 30 gramos de tallo y hoja de pulmonaria, un litro de agua y miel. Hierve el agua y vierte sobre la planta. Deja reposar 5 minutos y cuela. Bebe una taza de infusión, endulzada con miel, varias veces al día.
No se recomienda un uso prolongado, ya que puede ser tóxico. Tampoco es recomendado para enfermos del hígado. El uso externo, la decocción de flores y hojas ayuda en la cicatrización de heridas y grietas de las manos.
Para tratar las alergias, puedes hacer una infusión de pulmonaria y llantén. Se calienta, sin que llegue a hervir, cuarto litro de leche de cabra, con dos puñados de pulmonaria y dos de llantén. Deja calentar a fuego lento, hasta que adquirir un color crema. Debes tomar un vasito varias veces al día.