Había un hombre que trabajó como un burro toda su vida para acumular fortuna, y lo único que le importaba era el dinero y la fama.
Un día le dijo a su esposa: “El día que me muera, quiero que me entierres con todo mi dinero. ¿Me lo prometes?”.
La mujer, con profundo pesar, finalmente le dijo que sí.
Años más tarde, el hombre murió y después de la ceremonia, antes de bajar el ataúd a la fosa, la esposa dijo: “Un momento, falta algo”
Tomó una cajita que traía en la mano, abrió el ataúd, y la puso dentro.
Su mejor amiga, le dijo: “¿No habrás sido capaz de haber cumplido la promesa?”
La leal esposa contestó: “Yo soy cristiana, y no podía romper la
promesa a su última voluntad”. - ¿Le pusiste todo el dinero ahí? -
“Claro que sí… cogí todo su dinero, lo conté, lo deposité en mi cuenta y le giré un cheque por la cantidad exacta, si lo puede cambiar desde donde está, pues ¡¡¡que se lo gaste!!!
jajajajaja
Moraleja: deja de hacer el tonto! disfruta tú del fruto de tu trabajo porque allí a donde vas después de la vida no podrás hacerlo
"Yo soy el dueño de mi destino; yo soy el capitán de mi alma" William Ernest Henley