Frecuentemente se habla de los planetas que se encuentran ubicados al final y al comienzo de un signo zodiacal, y del modo de interpretarlos.
De todas las explicaciones halladas respecto a este tema, la que me parece más esclarecedora es la q dice lo siguiente:
Cuanto más próximo esté un planeta a los 29 grados 59 minutos, más inestable será, porque está a punto de cambiar de signo, modalidad, elemento, polaridad, en ciertos casos, también de orientación. Es como si el planeta, al darse cuenta de ello, retrocediera ante lo inevitable. Como el arcano del tarot El Loco, está tambaléandose hacia delante a riesgo de caerse al precipicio. Así que, con mucha frecuencia, aquí hay algo muy voluble.
Pero este planeta también puede ser brillantemente creativo, o sea que de ningún modo habrá que verlo como algo negativo. Y digamos de paso que esto también incluye en alguna medida al grado 28 –no vamos a trazar la línea justo en el 29- porque, como estamos empezando a cambiar, esta es una “zona de penumbra”.
En todo esto hay algo mágico y numinoso, y creo que tiene una naturaleza bastante neptuniana. Hay una amenaza de caos y un inminente cambio: Shiva se acerca, y algo se desestabiliza. Sentimos que la tierra nos tiembla bajo los pies.
Alrededor de los planetas que están al final de un signo pueden empezar a generarse complejos.
También el grado 0 es una posición de cambio e inestabilidad potencial, pero de un carácter diferente. Algo nuevo acaba de nacer y nosotros todavía no estamos demasiado seguros de cómo encararlo. En realidad el grado 0 es, en muchos sentidos, muy semejante a Marte.
O sea que el grado 0 y el 1 tienen esta dimensión, la de un nacimiento; en cierto sentido, es como el despertar de Aries. Y el grado 29 aporta el carácter neptuniano de la entropía, del volver a fundirse en el caos.