No depende de lo que pasa a nuestro alrededor, sino de lo que pasa
dentro de nosotros.
Se mide por el espíritu con el cual nos enfrentamos a los problemas
de la vida.
Es un asunto de valentía; es tan fácil sentirse deprimido y
desesperado.
Es un estado de la mente, no somos felices en tanto no decidamos
serlo.
No consiste en hacer siempre lo que queremos; pero sí en querer todo
lo que hacemos.
Nace de poner nuestro corazón en el trabajo y de hacerlo con alegría
y entusiasmo.
No tiene recetas; cada quien la cocina con el sazón de su propia
meditación.
No es una posada en el camino; sino una forma de caminar por la vida.
Aprendamos a ser como la arena de la playa, que a pesar de las
pisadas de los hombres, la hermosa ola del amor de Dios regenera la
pureza de su origen.