Anecdota Albert Einstein

Hola,
es que hoy me han renyido (disculpad pero ahora no tengo ni "enyes" ni acentos ). Me merecia el toque de atencion y como tal lo he reflexionado y lo he aceptado...

Es dificil de explicar, pero si hoy he aprendido algo a raiz del "cachete en el trasero" es no dejarte influir por algo que desconoces, y confiar en quien has despositado tu confianza hasta que tengas todos los conocimientos para formarte tu propia opinion. Es como un profesor con un alumno.

En fin, esto viene, porque ademas lei este breve articulo con la siguiente anecdota que me vino como anillo al dedo para ayudarme a llegar a la conclusion que os he mencionado antes:

"Cuando un periodista pidio a Albert Einstein (1879 - 1955) que le explicara la ley de la relatividad, el cientifico la pregunto:

- Podria usted explicarme como se frie un huevo?
- Efectivamente, puedo hacerlo - contesto el periodista desconcertado. Einstein le replico: - Perfecto. Pues hagalo, pero suponga que ignoro lo que es un huevo, una sarten, el aceite y el fuego."

(extraido de Historia y Vida, N. 517, Pag. 26)

Un beso a todos

pucca, quiero decirte que esas palabras tuyas son espectaculares, y desde que ingrese nuevamente al foro (que fue ayer, y esto se debe a que ultimamente estoy ocupadisimo con el estudio y demas cosas) y comenze a leer varios post tuyos te digo sinceramente que me encantan... siento que tienes "esa chispa" que hace especial a una persona. te doy animos a que sigas posteando nuevas cosas, ya que a veces logras sacar por lo menos una sonrisa a alguien (que en este caso fue a mi, pero vaya a saber uno a cuantos otros mas)...

un abrazo pucca, y te deseo lo mejor a ti y al resto del mundo


PD: dejo otra anecdota que hace tiempo la lei y me gusto mucho (lo unico es que no se puede afirmar nada de su veracidad)

Se cuenta que en los años 20 cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su teoría de la relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias. Dado que no le gustaba conducir y sin embargo el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chofer.
Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.
“Si quiere”, le dijo el chofer, “le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.”
Einstein le tomó la palabra y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebran la conferencia y como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió el engaño.
El chofer expuso la conferencia que había oído a repetir tantas veces a Einstein. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cual podía ser la respuesta, sin embargo tuvo un golpe de inspiración y le contesto:
“La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.

Jejeje, muchas gracias