La interpretación astrológica de los Nodos de la Luna implica asumir a este eje Nodal como un eje del tiempo, considerado en sus tres aspectos de pasado, presente y futuro, pero que, sin embargo, no es un tiempo cronológico y lineal, sino un tiempo siempre presente, el tiempo del alma. En efecto, el eje Nodal Lunar representa al tiempo de la cuarta dimensión, donde lo que permanece es la esencia de la experiencia, tiempo en cierta forma equivalente como la duración.
Se postuló la existencia de un régimen de temporalidad particular al que se denominó “durée”, la que constituiría la temporalidad aprehendida por el yo íntimo a través de una intuición y tendría un carácter cualitativo y heterogéneo. La duración sería así “la forma que toma la sucesión de nuestros estados de consciencia cuando nuestro yo se deja vivir, cuando se abstiene de establecer una separación entre el estado presente y los estados anteriores”, es decir, cuando percibe lo que siempre se ha llamado tiempo como indivisible. Tal forma de sucesión no implica la absorción total en la sensación o en la idea ni tampoco el olvido de los estados anteriores, ya que “sin esta supervivencia del pasado en el presente, no habría duración, sino solamente instantaneidad”. Para Bergson es suficiente con que recordando estos estados, no se los yuxtaponga al estado actual como un punto a otro punto, sino que se los organice con él, como ocurre cuando recordamos, fundidas por así decirlo en conjunto, las notas de una melodía. Frente a este régimen fluido de la “duración”, y por influencia de la percepción espacial, el yo simbólico-social, a través de la inteligencia, concebiría un “tiempo” espacializado, de carácter lineal, cuantitativo y homogéneo: “Proyectamos el tiempo en el espacio, expresamos la duración en extensión y la sucesión toma para nosotros la forma de una línea continua o de una cadena cuyas partes se tocan sin penetrarse”. En rigor la “duración” bergsoniana sería inexpresable e incomunicable, pues su mera exteriorización por medio del lenguaje, operativo fundamental de yo simbólico-social, la anularía convirtiéndola en “tiempo”. No obstante, si se intentara sugerirla, el camino apuntaría hacia la imagen, útil fundamental de la intuición, frente al concepto, producto de la inteligencia
La duración enriquece e ilumina cuando se aplica a los Nodos Lunares. La vivencia de la duración como un continuum interno difícil de transmitir y cuya unidad de medida podría ser acaso la intensidad, guarda una relación tan disímil con el tiempo lineal como la trayectoria física del satélite terrestre con respecto a la trayectoria del eje nodal. Es otra escala y otra dimensión. La posición del eje nodal dentro de la carta natal se refiere a la trayectoria del alma encarnada como un todo - con toda su ‘duración’- incluyendo tanto el camino que la ha traído hasta la presente manifestación, como aquel proyecto que la puede conducir, en esta vida, a alcanzar un grado superior de desarrollo como alma. Así considerado, el eje Nodal, tanto en su posición de Signos como de Casas astrológicas, es el aspecto más importante, desde el punto de vista evolutivo, que la carta astral puede aportar a un individuo determinado. Es el núcleo de la presente encarnación, es la puerta que, dentro del ámbito astrológico, más se acerca a responder las viejas preguntas esenciales de los seres humanos: ¿ quién soy ?, ¿ por qué estoy aquí ?, ¿ hacia adónde voy ? No en un sentido absoluto o de causa última, sino en el de la comprensión de un proceso que ya trae mucha agua bajo el puente, del que estoy viviendo su extremo más próximo y en el cual las decisiones, elecciones y actos que realice determinarán la sucesión de la secuencia futura. ¿ Puede haber algo más trascendente, más vigente e inmediato para un individuo que la comprensión de este trazado ? ¿ Puede haber alguna otra rama del conocimiento, del humanismo, que aporte una comprensión tan significativa para el sentido de nuestra vida, casi diríamos, como si nos entregaran un mapa personal a recorrer para encontrar el tesoro ?
En el trabajo realizado por videntes y por personas que realizan regresiones, no sólo a anteriores encarnaciones sino que especialmente a la existencia que transcurre entre una y otra encarnación, se reiteran los mismos temas: el alma, al desencarnar, experimenta una vertiginosa revisión de la vida reciente, en todos sus detalles, instancia en la que se coteja lo vivido en cuanto a decisiones, actos y actitudes, con respecto a aquellas que se había propuesto realizar cuando proyectó el Plan Vital de la existencia que ahora acaba de dejar. En efecto, las personas que logran revivir estos estados entre vidas, relatan que antes de encarnar tienen la posibilidad de trazar un proyecto de vida junto a un Guía de almas, con quien determinan aquello que debe o puede ser superado en la siguiente encarnación, y que han sido tendencias arraigadas o errores repetidos que ahora pueden complementarse inclinando la balanza en algún sentido diferente que impida la reiteración. De este modo, se escogerían los padres, las circunstancias, los encuentros clave con determinadas personas que podrían ayudar a recordar los propósitos para el plan de vida que se ha estimado favorecen la evolución del alma