Aunque la Ley del Karma es inexorable, deja lugar para la gracia divina. La gracia llega por medio de la penitencia, la austeridad y la devoción. La penitencia no altera la Ley del Karma, pero es un acto que produce frutos positivos.
Lo que uno ha de cosechar no puede alterarse; pero si evitarse su repetición por medio del esfuerzo.
El esfuerzo propio es Purushartha. El destino es Prárabdha. Éste no es más que el resultado del Purushartha llevado a cabo en nacimientos previos. El esfuerzo de hoy se convierte en el destino de mañana. El esfuerzo propio y el destino son una misma cosa. Prárabdha y Purushartha son una misma cosa. Son dos nombres que designan una misma cosa. Igual que el presente se convierte en pasado y el futuro en presente, del mismo modo que sólo existe el presente, asi también hay un único Purushartha. Cuando Dios actúa a través del hombre, eso es Purushartha. La gracia se convierte en Purushartha.
La lluvia y otros fenómenos no están bajo el control humano. Sin embargo, un granjero ara su campo y ejercita un esfuerzo, o Purushartha. La cosecha puede estropearse debido a la falta de lluvia, pero el hombre no pierde la cabeza. Hace sacrificios para que llueva y recoge una buena cosecha. De igual modo la práctica de yoga es el esfuerzo por neutralizar el mal Prárabdha aunque obstaculiza la realización del ser o Atma_Sakshatkara. Si Prárabdha es poderoso, el yoga es más poderoso aún.
Cada alma es como un labrador que tiene un campo. La superficie, la naturaleza del suelo y las condiciones del tiempo están todas predeterminadas. Pero el labrador es libre de labrar la tierra, abonarla y conseguir buenas cosechas, o bien dejar que permanezca abandonada.
Prárabdha concierne solamente al pasado. El futuro está en tus manos. Tu cambias tu destino. Tienes una voluntad libre para actuar. Adopta un nuevo punto de vista. Ármate con discriminación, alegría, discernimiento, y con un espíritu intrépido. Te espera un futuro glorioso y brillante. Entierra tu pasado. Puedes hacer milagros. Puedes hacer maravillas. No abandones la esperanza. Puedes destruir los efectos de los planetas desfavorables por medio de tu fuerza de voluntad. Puedes mandar a los elementos y a la naturaleza. Puedes neutralizar los efectos de las energías negativas y de las fuerzas antagónicas oscuras que puedan actuar en contra tuyo. Puedes anular tu destino.
No digas : “El Karma, el Karma . Mi Karma me ha hecho así”. Esfuérzate. Haz Purusharta. Haz Tapas. Concéntrate. Purifícate. Medita. No te conviertas en un fatalista. No te rindas a la inercia. No bales como un cordero. Ruge OM, OM, OM ,como un león del Vedanta. Ve como Markandeya, que estaba destinado a morir a sus dieciséis años se convirtió en un Chirányivi, en un niño inmortal de dieciséis años, gracias a sus Tapas o austeridades. Los picaros Yagai y Madai de Bengal se convirtieron en santos muy evolucionados. Se hicieron discípulos de Gouranga-Nityananda. Lo que otros han hecho, también tú puedes hacerlo, no hay duda de ello.
Cómo se edifica el destino
El pensamiento es Karma. Pensar es el verdadero Karma. El pensamiento modela tu carácter. El pensamiento se materializa y se convierte en acción. Si dejas que tu mente cultive pensamientos buenos y elevados, desarrollarás un carácter noble y harás naturalmente acciones buenas y loables. Si abrigas pensamientos negativos, desarrollarás un carácter bajo. Ésta es la ley inmutable de la naturaleza. Por tanto, tú puedes conformar deliberadamente tu carácter cultivando pensamientos sublimes.
Siembras una acción y cosechas un hábito. Siembras un hábito y cosechas un carácter. Siembras un carácter y cosechas un destino. Por eso, el destino es tu propia creación. Tú lo has construido. Pero puedes deshacerlo cultivando pensamientos nobles y realizando acciones virtuosas y cambiando tu forma de pensar.
Las impresiones de las acciones pequeñas y grandes se unen y forman tendencias. Las tendencias se desarrollan formando el carácter. El carácter produce la voluntad. Si un hombre tiene un carácter fuerte, tiene una voluntad fuerte. El Karma produce el carácter y éste produce, a su vez, la voluntad. Las personas de una gran voluntad han desarrollado ésta por medio del Karma realizado a lo largo de incontables nacimientos. No puede un hombre, en una sola vida, desarrollar una voluntad poderosa, sino que ha de realizar una serie de acciones virtuosas a lo largo de varios nacimientos. Las fuerzas de esas acciones se agrupan y, en un nacimiento determinado, surge un gigante como Buddha, Jesús o Sánkara. Ninguna acción se realiza en vano. Nada se pierde. Se necesita un esfuerzo paciente e infatigable. Tendrás que observar cada pensamiento, palabra y acción.
La voluntad del hombre es siempre libre. Pero por medio del egoísmo se ha vuelto impura. Sin embargo, deshaciéndose de los deseos bajos, elevándose sobre los gustos y aversiones, la voluntad puede purificarse, fortalecerse y convertirse en una fuerza dinámica.