La Gran Invocación es un mántram muy especial, de una profundidad y riqueza maravillosas. En su aparente simpleza, encierra múltiples significados que están más allá del significado literal de las palabras, ya que éstas pueden entenderse de distinta manera según la conciencia de la persona que la recite. La profundidad es aquí poder.
En este caso vamos a tratar de desentrañar un poco el significado astrológico, y para eso es necesario conocer el por qué de tal propósito. Es sabido que en la teoría esotérica se habla de una trinidad en la manifestación, y que puede resumirse como vida, cualidad y apariencia, siendo sus analogías humanas la mónada, el alma y la personalidad, las cuales controlan al hombre más o menos (esto puede conocerse según el estado de sus centros).
En la Astrología Esotérica se dice que las Vidas de Rayo que animan a las Constelaciones Zodiacales se expresan también en tres grandes niveles: jerárquico, esotérico y exotérico. La analogía está de nuevo presente, y la manifestación de lo espiritual sigue así un “Sendero” hasta inundar con su Vida específica a lo material.
Sin embargo, para que tal irrupción de energía espiritual sea posible es necesario invocarla: en toda invocación empleamos nuestros centros de fuerza para hacer contacto con energías externas, absorberlas y luego irradiarlas hacia el exterior.
Esas “energías externas” son:
1. Cósmica: procede de las estrellas ocultas detrás de los Signos,
2. Solar: emana de los Signos Zodiacales, nutridos por las estrellas, y
3. Planetaria: surge desde los Signos y se expresa a través los planetas de nuestro sistema solar, en los tres niveles antedichos.
Para decirlo de otro modo, conforme a nuestro estado de conciencia y en esa justa medida invocamos energía a nivel de personalidad, alma o mónada. Es por eso que comprender mejor la procedencia de las fuentes nos debería permitir un mejor alineamiento al momento de pronunciar la Gran Invocación, y así un impacto más efectivo en el aura de la humanidad.
Introducción:
“La Gran Invocación pertenece a la Humanidad toda
y se dirige directamente a la Mente y Corazón del Uno,
en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser”
La interpretación de esta frase permite afirmar que este Uno es nuestro Logos Planetario, quien según enseña la tradición esotérica desde hace miles de años se encuentra atravesando la crisis que lo conducirá a cierta Iniciación Cósmica. Este evento requiere ciertos reajustes dentro de Su cuerpo de manifestación y más específicamente en Su 3º Centro, denominado también Laríngeo, es decir la Humanidad. En respuesta a esta necesidad es que ha sido dada La Gran Invocación, para que llegue a este Centro una mayor cantidad de Luz, Amor y Poder.
Ahora analicemos cuáles son las fuentes cósmicas de estas energías y por este término entendemos otros centros de Logos aún mayores, los cuales se encuentra kármicamente relacionados con el nuestro.
Primera estrofa: Venus y el camino de la luz:
“Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,”
En la primera estrofa invocamos la Luz espiritual, y esto nos remite a Capricornio, ya que su nota clave es: “Estoy perdido en la luz suprema, y a esa luz doy la espalda.” Se inicia así el camino descendente.
El regente jerárquico del signo es Venus y desde allí se proyecta la energía; de Venus surge la Llama que da origen a la mente, siendo la Luz su cualidad.
“Que afluya luz a las mentes de los hombres;”
La energía desciende un nivel, del jerárquico al esotérico, y la luz pasa a Venus en Géminis, donde actúa como regente esotérico iluminando a la materia.
“Que la Luz descienda a la Tierra.”
Finalmente se llega a la Tierra, donde Venus actúa como regente exotérico tanto de Tauro como de Libra, revelando en alguna medida su cualidad lumínica. Se aprecia aquí la dualidad de la mente, que es abstracta (Libra) y concreta (Tauro).
El triángulo sería el siguiente:
Luz: Capricornio
Venus en Capricornio (jerárquico) – Venus en Géminis (esotérico) – Venus en Libra y Tauro (exotérico).