La Luna representa en la carta nuestra necesidad de sentirnos seguros, protegidos y alimentados. La alimentación se convierte en los primeros momentos de nuestra vida en una necesidad crucial, ya que somos incapaces de alimentarnos por nuestra propia iniciativa, y esa alimentación lleva en sí una imperiosa llamada de auxilio tras la separación del útero materno. Desamparados, inermes, incapaces, buscamos a alguien que nos cuide y nos proteja después de haber sido desposeídos de nuestra unión inicial con nuestra madre, o mejor, fusión, porque ella y nosotros éramos un solo ser. Se dice que la relación con la madre constituye el primer gran romance de nuestra vida, y toda relación posterior que mantengamos, en casi cualquier nivel afectivo (social, amistad, amor) es una reminiscencia de aquel primer amor y aquella primera relación que mantuvimos con la figura materna. Todas nuestras experiencias con los demás tienen su semilla en la manera en que se produjo nuestra relación con la madre.
Una Luna mal aspectada con Mercurio, por ejemplo, suele analizarse en las sinastrías como una dificultad para relacionarse con la pareja, o más concretamente, para comunicarse con ella. Suelen darse malentendidos, porque lo que piensa un miembro de la pareja no se atiene con lo que piensa el otro, la comunicación no fluye, o existen frecuentes discusiones que pueden derivar en situaciones violentas si Marte anda por medio. De acuerdo con esta interpretación, Luna Mercurio mal aspectados hablan de una relación con la madre en la que la comunicación se vio interrumpida o frustrada por malentendidos: nuestra madre no entendía nunca nuestras necesidades, o lo hacía muy pocas veces. Ello provocaba que nos desatendiese, por la sencilla razón de que no sabía en ese momento por qué llorábamos, o qué es lo que realmente queríamos en ese momento. Si el niño tiene un fuerte predominio de tierra o agua, por ejemplo, y la madre es puro fuego, es probable que las fuertes necesidades afectivas y emocionales de este niño pasaran inadvertidas para una madre embargada por su propio coraje, más empeñada en sacar su casa adelante y mostrarse fuerte y competitiva que en reconocer su debilidad ante nosotros y la nuestra propia. En ese momento, uno piensa, a nivel inconsciente, que es culpa suya, o que algo no está haciendo bien para hacerse entender por su madre, lo que motiva su distanciamiento, piensa el niño. Muchas personas con este aspecto tienen una profunda inseguridad acerca de sus propios pensamientos y su capacidad para hacerse entender por los demás. Sienten que la otra persona no los entiende, que hablan idiomas diferentes, que el otro nunca va a comprender qué queremos, por lo que nuestro lenguaje puede volverse impreciso, y nosotros con él. Somos renuentes a expresar lo que deseamos de la otra persona porque no queremos revivir aquella primera decepción infantil con nuestra madre, o el miedo constante a que vuelva a suceder nos hace tartamudear, ser dubitativos, poco claros, y eso nos encoleriza, porque no captan nuestras necesidades afectivas. La presencia de Saturno en mal aspecto puede agravar todo esto y volvernos autosuficientes y a no desear nada de los demás, por el temor a preocupar a nuestra madre, y por extensión, a los demás.
Luna y Marte mal aspectados hablan de una rivalidad con la madre: sugieren una madre dominante, muy invasiva, que reprime nuestra capacidad de ser independientes y hacer nuestra vida aparte de la de nuestra madre.Pero, por otro lado, y estando la Luna de por medio, la necesidad de volver al regazo materno nos tironea constantemente. Una cuadratura o una oposición pueden revelar una disyuntiva entre una persona que desea espacio vital y libertad, que nadie le diga lo que tiene que hacer y muy independiente, por un lado, y otra ávida de seguridad emocional y de que la cuiden, acaricien, estén pendientes de esa persona. Este aspecto suele también caracterizarse por la voracidad emocional, por absorber en extremo a la otra persona, quizá de la misma forma que hizo nuestra madre con nosotros. Si negamos uno de estos dos polos (independencia, seguridad emocional), atraemos el otro en una pareja: que queremos espacio vital y que no nos ahoguen, atraemos a alguien que es todo lo contrario y que necesita de alguien a su lado permanentemente; que nos mostramos más dependientes y renunciamos a nuestro lado combativo y emprendedor, e independiente, atraemos a alguien que refleja precisamente esas cualidades que decidimos negar en nosotros.
Y así podríamos seguir con numerosos aspectos. No se trata de encasillar la interpretación de los aspectos de la Luna bajo esta óptica (Luna Marte mal aspectados suelen hablar de alguien con profundas carencias afectivas, que muestra su lado más dulzón cuando es apreciado y querido pero que estalla de forma violenta o nos echa todo en cara cuando ese aprecio y ese amor se truecan en una aparente frialdad, y digo aparente, porque así lo interpreta la persona con este aspecto), sino de implementar la interpretación astrológica con otras perspectivas que combinen otros paradigmas metodológicos