Muchas son las historias que vemos en el cine o en la televisión referente a vampiros y a sus oscuras existencias, pero son cosas que difícilmente se pueden comprobar y que terminan convirtiéndose en mitos o en leyendas que, finalmente, todos disfrutan contando.
Nada mejor que una historia real y comprobada para hacernos ver que este tipo de seres existen de una forma u otra, y que más allá del origen demoníaco del que podrían provenir, tal vez muchos de ellos están entre nosotros con apetitos voraces por muerte y por sangre
El caso de John George Haigh es un ejemplo, pues este caballero inglés siempre tuvo un sueño desde niño, en el que transitaba por un campo cubierto de grandes cruces y que a medida que se acercaba, se iban transformando en árboles desde los cuales caían gotas de sangre.
Una difusa figura en su sueño las recogía en una copa y se la ofrecía para beber, dejando a Haigh pasmado y sin saber qué hacer. Sueño que se repetía noche tras noche y en la que el malicioso ser le decía que para erradicar el sueño, él debería matar para saciar su escondida sed de sangre.
Esto llevó al inglés a sentir que ya no podía seguir soportando dichas pesadillas y que, tal vez, haciéndoles caso ellas podrían dejar de perseguirlo. Pues esto ocurrió, ya que Haigh se convirtió en un asesino, quien luego de matar a sus víctimas, bebía su sangre y luego disolvía sus cuerpos en ácido sulfúrico para no dejar rastros de sus víctimas.
Sin embargo, en 1949 fue descubierto por la policía cuando acababa de asesinar a una mujer, llamada Olivia Duran-Deacon, lo que hizo que fuera encarcelado, y a pesar de los alegatos de su abogado para declararlo como poseído debido a sus sueños, Haigh fue sentenciado a muerte y ejecutado.
Nunca sabremos ciertamente qué fue lo que llevó a esta serie de macabros crímenes ni tampoco si esto puede estar volviendo a suceder entre nosotros