Los griegos nos han legado tanto su cultura como sus leyendas y mitos que han sido transmitidos de generación en generación. Uno de los más fascinantes por sus personajes y narración es, sin duda, el del mito del minotauro, mitad hombre y mitad toro, quien vivía en un laberinto en el reino de Creta. Pero, ¿quién es el monstruo? ¿Cuál es su historia?
Las historias sobre el minotauro son muchas y la mayoría no coinciden entre sí, sin embargo, la más aceptada cuenta que el rey Minos solicitó a Poseidón (dios del mar) apoyo para destronar al rey Asterión de Creta. Poseidón accedió a su pedido entregándole un toro blanco del mar, que Minos juró sacrificar en su nombre. Pero el el rey no cumplió y sacrificó otro toro.
Como consecuencia de ello, hizo que Pasifae, esposa de Minos, tuviera un hijo con el toro y, producto de la relación, nació Asterión, el minotauro. No obstante su terrible apariencia, el monstruo tenía un defecto aún peor: necesitaba carne humana para vivir, mientras que su fuerza e ira se incrementaba con los años. Preocupado, Minos ordenó a Dédalo, un famoso arquitecto, la construcción del laberinto para encerrar ahí al monstruo.
Teseo y el minotauro.
A causa de un conflicto con Atenas, el rey Minos exige a los vencidos entregar, cada nueve años, siete doncellas y siete jóvenes para ser sacrificados a la bestia en el laberinto. Dos veces Atenas mandó su jóvenes a la muerte; la tercera, Teseo (hijo del rey Egeo) toma el lugar de uno de los jóvenes con el fin de matar a la bestia y acabar con los sacrificios.
Llegando a Creta, Teseo conoce a Ariadna, hija del rey Minos de la cual se enamoró. Ariadna intentó detenerlo, pero como no pudo ideó un plan para ayudarlo. Antes de que Teseo ingresara al laberinto ella le entregó un ovillo de hilo que debía usar para marcar su camino dentro del laberinto. Una vez dentro, el joven vence a la bestia y sale del del laberinto, llevándose a Ariadna con él.