No hay duda que las plantas medicinales siguen ofreciendo la misma utilidad, los mismos beneficios y las mismas virtudes terapéuticas que hace miles de años, especialmente si conocemos las plantas para la piel que existen actualmente.
El primer paso para disfrutar de una piel sana es limpiar la piel en profundidad.
En este aspecto, la bardana es una planta con propiedades tanto antibacterianas como antisépticas que impiden el desarrollo en la piel de microorganismos patógenos que, de alguna u otra forma, son responsables de numerosas infecciones cutáneas.
Por este motivo, la bardana se convierte en una planta aliada en el tratamiento y la prevención del acné, las espinillas y los puntos negros.
A la hora de hidratar la piel, las semillas de la borraja poseen un aceite ciertamente premiado en cosmética, ya que los aceites grasos esenciales actúan como un hidratante interno, fortaleciendo las células cutáneas, a la par que atenúan las arrugas profundas de la piel.
Finalmente, y después de limpiar la piel en profundidad y de hidratar la piel llega el paso de su protección.
En estos casos, la vitamina E ayuda a neutralizar los efectos negativos de los radicales libres, de forma que su acción positiva disminuye el envejecimiento de la piel. Es de destacar el aceite de germen de trigo en este sentido.