Lo que uno siembra, lo recogerá, dice la Biblia. Eso significa que si sembramos pensamientos de salud y armonía, recogeremos la cosecha correspondiente, y que si sembramos pensamientos en enfermedad, temor y enemistad, recogeremos esas cosas. Sembrar un pensamiento en sentido Bíblico, significa creer en el incondicionalmente y son nuestras creencias incondicionales las que manifestamos.
Uno puede decir que tiene a un amigo o a un familiar postrado por una enfermedad, o un grave accidente, y uno quiere saber por qué le ocurrieron estos percances. Uno sabe que esa persona era un magnífico cristiano, un hombre bueno y generoso, ¿ Por qué Dios no hace algo por él?
Esa pregunta ilustra perfectamente una incomprensión de la Verdad Metafísica que afecta a muchas personas. La Gran Ley dice que manifestamos aquello en lo que creemos. Su amigo, no hay duda, es una excelente persona en muchos aspectos, y por eso recibirá su recompensa natural, pero cree en la realidad de su dolencia. Cree que sus pulmones o su corazón , o alguna parte de su cuerpo, es un objeto material con leyes propias , independiente de su pensamiento y sujeto a esta enfermedad.
Esa es su creencia real y de esa manera, naturalmente, la manifiesta . Cuando deja de creer en esas cosas, cuando cree que su cuerpo es espiritual y que esa enfermedad no tiene más poder que el que él le da en su pensamiento, se encontrará curado.
Cualquier problema es una señal que nos da la naturaleza de que estamos pensando erróneamente en esa dirección y que sólo un cambio de pensamiento nos puede liberar.
Manifestamos aquello en lo que creemos.