Es que, mientras somos jóvenes no nos damos cuenta del precioso tesoro que tenemos entre manos...
Y nos creemos capaces de enfrentar cualquier desafío, cometemos desatinos e irreverencias con la mayor soltura, y sentimos que la juventud nos da la licencia respectiva para ello.
Los adultos, con su ojo escrutador están allí... tachando, corrigiendo, alertando. Y los jóvenes nos cansamos, sentimos que esa mirada, esa palabra, están demás y queremos vivir la vida a nuestro propio estilo. Surge entonces el conflicto y aquello de "yo quiero vivir mis propias experiencias" y la ya conocida frase "eso era en tus tiempos", palabras que muchas veces hieren a nuestros padres, a nuestros abuelos y cuanta persona mayor esté en nuestro entorno.
Y esto se repite generación tras generación, pues siempre habrán "jóvenes" y "viejos" en constante confrontación por defender cada uno su punto de vista. Es sólo, pienso yo, un asunto de palabras. En lugar de decir "deberías .....", deberian decirnos "yo, en tu lugar ......" y ese simple cambio en el enfoque del problema cambia por completo la actitud de respuesta entre nosotros. Y es que nadie quiere vivir una vida "arreglada" por otro, nadie quiere perderse la sorpresa y el asombro de ir descubriendo paso a paso, las soluciones, los aciertos y alguna vez también el encuentro con algunos inevitables errores de los que tarde o temprano, se sale vigorizado, fortalecido para continuar en esta guerra sin fin que es la vida.
Dejémosles entonces el derecho a los jóvenes a equivocarse y a enmendarse una y otra vez. Al fin de cuentas es de este juego de donde nace la llamada experiencia, que no tiene autor conocido ya que pertenece única y exclusivamente a quien la ha vivido.
Red Social