¿Cuántas veces dudamos si la persona que está al lado de nosotros realmente nos quiere?
“Él no me llama tanto como antes ni me envía mensajes de texto todos los días, seguramente perdió el interés” … “Caminamos por la calle y no me abraza, ¿qué sucede? ¿Habré engordado o caímos en una rutina insostenible?” “Me busca sexualmente mucho menos que antes, con la excusa del cansancio, del trabajo o de los niños… ¿qué está pasando, realmente?”
En algunas ocasiones, sólo algunas, algo diferente a lo habitual está sucediendo. Pero la gran mayoría de las veces, simplemente vemos las cosas según nuestro punto de vista… sin tener en cuenta el de quien nos acompaña.
Solemos interpretar conductas ajenas según nuestra propia idea de qué significan. Cada palabra y cada gesto tienen un significado diferente para las distintas personas. Interpretar subjetivamente suele ser el comienzo de malos entendidos y de frustraciones, ya que es imposible meternos en la cabeza del otro para saber realmente qué le pasa (si es que algo le pasa…).
En caso de dudas, te propongo que le preguntes a tu pareja directamente: ¿hay algo distinto? ¿Quieres que hablemos sobre algún tema en particular? Ya que las elucubraciones personales no suelen dar resultados aconsejables y, además, corremos el riesgo de crear un problema por suponer que una expresión (o la falta de ella) implica tal o cual cosa.
Muchas veces, lo que nosotras pensamos que es falta de atención o de interés, tan solo se trata de “pelea con el jefe”, “¡se manchó mi camisa preferida!”, “¿cambio el auto o no lo cambio” o “¡mi equipo de fútbol perdió otra vez!”. Tengamos en cuenta que los hombres suelen ser menos expresivos que las mujeres…
Asimismo, si sientes que algo le falta a tu pareja, pídelo con todas las letras, de manera bien amorosa, y también genéralo con tus actos: si quieres recibir más mensajes de texto de tu amado (o amada), ¡pues comienza enviándolos! Un regalo sorpresa suele originar otro regalo sorpresa… ¡seguramente se te ocurrirán más ideas felices para poner en práctica!